23/3/14

Castillo de Belmonte

El Castillo de Belmonte es el monumento más emblemático de la localidad. Hace muchos años estuve allí, pero estaba cerrado y me quedé a las puertas junto a unos amigos. Recuerdo que hacía frio, era un día invernal y soplaba el viento. La sensación era la de un sitio medio abandonado y con poco interés más allá de la construcción arquitectónica.


Ahora todo ha cambiado: después de una restauración de varios años y gran coste, el Castillo se alza más imponente que nunca en el cerro desde el que se domina toda la población conquense.



Castillo de Belmonte vista
Belmonte desde el Castillo.


Belmonte es una población rica en historia y en arte. Su Colegiata destaca en el centro del núcleo urbano y se asienta sobre vestigios de una iglesia visigótica, lo que nos indica hasta qué lejos podemos remontarnos en la historia a través de sus monumentos.

En lo alto está el Castillo que recibe al visitante al final de un camino arbolado y con vistas al pueblo, a varios molinos de viento y a la muralla protectora de la edificación.

Fue construido en la segunda mitad del siglo XV por orden de Juan Pacheco, primer marqués de Villena, y símbolo del poder de este personaje fundamental durante el reinado de Juan II de Castilla así como de su hijo Enrique IV. Pacheco no vería el Castillo finalizado y su hijo continuó la obra de su padre aunque con menos interés.

Los muros de esta construcción fueron testigos, asimismo, de las vicisitudes políticas previas a la unión de los reinos de Castilla y de Aragón y del conflicto que enfrentó en una guerra a los partidarios de Juana, la llamada Beltraneja, y la futura reina Isabel.

Castillo de Belmonte
Entrada al Castillo de Belmonte.




Pasando la llamada Puerta del Campo y el espacio que la separa del edificio en sí, llegamos a un curioso patio de armas con forma triangular. La restauración que tuvo lugar en el siglo XIX por orden de Eugenia de Montijo queda patente en el uso del ladrillo y en el cierre de las galerías de las dos alas destinadas a residencia. Llama la atención, por su singularidad, el pozo-aljibe inacabado con dos columnas helicoidales situado justo en la intersección de las dos galerías.


Tras la última rehabilitación, las salas que rodean el patio de armas se destinan a usos turísticos, tales como sala de audiovisuales, cafetería, tienda etc. Justo al lado de esta última parte otro de los elementos más interesantes del Castillo: la escalera volada de madera, que mandó realizar la emperatriz de Francia en el siglo XIX.

Subiendo por las escaleras se accede a las dos galerías. La del primer piso alberga las estancias de estilo medieval y conserva un precioso artesonado en el techo decorado con elementos geométricos.

Las habitaciones de esta planta consisten (en el ala norte) en una alcoba femenina, un estrado medieval o sala de las mujeres, una cocina y hasta unas letrinas que en aquella época eran un auténtico lujo que sólo se podían permitir unos pocos.

En el ala sur se sitúan las salas destinadas a recibir. Además son las más bellas y las que mejor informan sobre la importancia de los moradores del Castillo. Ya la galería de cuenta con tres chimeneas y dos puertas de acceso enmarcadas por decoración de bajorrelieves, dando empaque al propio corredor y avisando de la magnificencia que el visitante se va a encontrar tras esas puertas.


En la antesala hay dos elementos decorativos magníficos. En primer lugar, el artesonado octogonal policromado en el que se ha mantenido una zona con los antiguos y vívidos colores. En segundo lugar, las dos ventanas con decoración a modo de Bestiario medieval. Animales reales y fantásticos se unen a hombres y vegetación entremezclándose y alternando con el escudo de los Villena.

Castillo Belmonte escalera volada
Escalera volada.


El salón de gobierno destaca por su tamaño y por el artesonado del techo, decorado con elementos geométricos. Se lograba calentarlo mediante las tres chimeneas de la galería que transmitían su calor a través de la pared, para que no hubiera necesidad de aguantar el humo ni el paso de los criados para avivarlas.


En el segundo piso nos encontramos las estancias que recrean la época en que Eugenia de Montijo, emperatriz consorte de Francia, vivió aquí a finales del siglo XIX. Salón, despacho, baño y dormitorio son las cuatro habitaciones que podemos visitar ambientadas con el refinamiento de los ambientes decimonónicos. En el dormitorio destaca el artesonado octogonal del techo, llamado el "giratorio", ya que según la leyenda podía girar.

Desde este segundo piso podemos acceder al camino de ronda del Castillo, por el que se rodea toda la edificación, con magníficas vistas de Belmonte y de los campos manchegos de los alrededores.


El día que visité el Castillo de Belmonte tuve la ocasión de asistir a la presentación del Mundial de Combate Medieval que se iba a desarrollar allí entre el 1 y el 4 de mayo de 2014. Se trata de un deporte de contacto que conjuga lo físico con la recreación histórica y que pretende seguir con el mayor rigor posible lo acontecido en los torneos medievales de los siglos XIV y XV.

Castillo de Belmonte combate medieval
Combate medieval en el Castillo de Belmonte



Siempre en una buena alternativa de ocio visitar lugares tan llenos de historia como el Castillo de Belmonte, si además se emplazan en un lugar tan bonito como dicho pueblo de Castilla-La Mancha, la excursión será redonda.


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3 comentarios :

  1. Muy interesante tu entrada, la verdad es que nunca había oído hablar de este castillo tan bien conservado. Un saludo!

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    1. Cierto Lola, está muy bien conservado y merece la pena acercarse a verlo. También Belmonte es un pueblo precioso. El Mundial de Combate Medieval le dará además un punto de vista diferente y muy atractivo para los niños.

      Un saludo.

      Cristina

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  2. Hola, soy Belmonteña aunque desde bien chiquitilla no vivo allí por el trabajo que tenia mi padre, pero en vacaciones siempre nos llevaban allí, y por el castillo la de veces que hemos paseado por sus pasillos y habitaciones ya que mi madrina en esos tiempos era la encargada de enseñarlo, la de veces que subíamos y bajamos sus lomas, que tiempos tan bonitos, y que gozada ver el castillo lo bien que esta ahora por dentro.

    Un abrazo.

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