10/3/16

Hotel Boutique Pinar, Cuenca


Una de las mejores opciones de alojamiento en Cuenca es el Hotel Boutique Pinar. Tengo la suerte de vivir relativamente cerca de esta bonita ciudad, Patrimonio de la Humanidad, y en diversas ocasiones he viajado para pasar un fin de semana de relax y visitas allí.

En otoño de 2012 nos fuimos con unos amigos muy viajeros a pasar unos días otoñales y tras mirar distintas opciones decidimos que ésta era la mejor, por la libertad que nos daba al ir con peques y poder disfrutar de su jardín, sus bicis y sus zonas comunes.

Se encuentra a unos siete kilómetros del centro de la ciudad, pero es fácil llegar (por lo menos de día, porque de noche nos despistamos de mala manera y dimos alguna vuelta que otra), se encuentra en medio de un pinar, lo que te da la sensación de estar lejos de la ciudad, y en un entorno rural aunque esté a "tiro de piedra" de Cuenca.

Hotel Boutique Pinar


Es un alojamiento realmente pequeño ya que cuenta únicamente con seis habitaciones (todas junior-suites) distribuidas en cinco bungalows de formas minimales y colores diferentes. En uno de ellos, ideal para familias más grandes, hay dos habitaciones. Todos tienen nombre de flor: en nuestro era la Camelia y también están la Glicina, la Peonía, la Gardenia y Magnolia.

Los interiores están decorados con todo detalle. Los tonos son acogedores, el dormitorio amplísimo y cuenta con una hilera de armarios, chimenea encendida hasta la hora de dormir y zona de estar con butacas y mesa. 

Es de este tipo de lugar en los que notas que se ha puesto el alma, ya que cada elemento decorativo está escogido con mimo y destinado a crear un ambiente hogareño a la vez que refinado: las cortinas, la colcha, las almohadas, los cuadros o las lámparas de la mesilla de noche. Todo elegante, todo sutil.

Dormitorio Hotel Boutique Pinar


El cuarto de baño, en el que hacía un pelín de fresco, era absolutamente blanco impoluto, tenía un lavabo doble de diseño sobre encimera amplísima, de esas en las que puedes colocar de todo sin problema, y una ducha inmensa pegada a la pared del fondo.

En el dormitorio, una de las paredes está formada por una amplísima cristalera que nos sorprendió a la mañana siguiente por la vista que ofrecía: un bosque de pinos al lado y entre la habitación y éste, una piscina privada y una terraza con mesa y sillas para disfrutar en el verano conquense. ¡No podía ser más privado e íntimo!

En otro de los edificios que forman el hotel se encuentra un precioso salón comedor igualmente acogedor, donde reciben al viajero y donde se puede desayunar y cenar. Nosotros además lo usamos con los peques para jugar en la tarde noche invernal, junto a la chimenea. A la hora del desayuno nos sirvieron un amplio menú compuesto de todo lo que podáis imaginar y encima a buen precio. Las dos cenas también las hicimos allí por la comodidad que implicaba no tener que regresar a la ciudad; fueron sencillas, con los elementos elegidos el día anterior por nosotros y como para dar de comer a muchas más personas de lo abundantes que eran. Todo estaba muy rico y además personalizado ¡qué más se puede pedir!

Jardín Hotel Boutique Pinar



Los días que estuvimos estaban en proceso de re-acondicionamiento del jardín, pero en la actualidad, la hierba luce en su esplendor, las piscinas (una en cada edificio) deben ser una gozada en verano, junto al pinar y el ambiente en todo el hotel es de verdadero ensueño.

Sin duda se trata de uno de los alojamientos más especiales de todos los que hemos visitado últimamente y da buena cuenta de lo que puede hacerse en hotelería con mimo y saber hacer.


Lo mejor del Hotel Boutique Pinar: su bonito emplazamiento y su cuidadísima ambientación.

Lo peor del Hotel Boutique Pinar: fue un poco difícil encontrarlo de noche, aunque si hubiéramos sabido que estaba detrás de una "casa de lucecitas" lo hubiéramos hecho sin dificultad. No sé si hoy estará esa referencia o habrá variado. 


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