Visitar el Cabo de Gata: mar, paisajes y forma de vida

Visitar el Cabo de Gata es una de las actividades más atractivas de todas las que se pueden hacer en Almería. Este mes de septiembre hemos vuelto a esta provincia de la que sólo conocíamos Mojácar y la verdad es que nos ha sorprendido mucho.

Hoy os traigo el bonito recorrido que hicimos por el Cabo de Gata, una excursión que nos mostró la parte menos conocida del Parque Natural, su forma de vida y el origen y futuro de este peculiar paisaje.

Qué podemos visitar en Cabo de Gata

Esta visita la hicimos de la mejor manera posible, de la mano de David, geólogo y alma de GeoGata. Con él repasamos conocimientos olvidados y pudimos poner en práctica nociones de geología, botánica, historia y economía. Todo un repaso al ayer y hoy del Cabo de Gata de la mano de un gran conocedor y mejor divulgador. La ruta que nosotros realizamos es la llamada "Minería y cultura", en 4x4,  y fue una buena mezcla de conocimientos que David nos transmitió durante toda una mañana de ruta.


Nuestra excursión partió pronto de Rodalquilar, el día estaba nublado y corría el viento, lo que se agradecía a la hora de estar al aire libre. La primera parada fue junto al mar, más concretamente en la playa denominada El Playazo.

Pasamos por la Torre de los Alumbres de camino a esta peculiar playa. Esta construcción se creó en 1510 como defensa de la tierra minera de la que se extraía el alumbre. Más adelante fue cárcel y después fue abandonada hasta nuestros días. Hoy podemos ver una torre de planta cuadrada de 14 metros de altura y rodeada por una muralla deteriorada. Es uno de los muchos enclaves defensivos que tenemos en nuestra costa mediterránea y que contribuían a evitar la rapiña de los piratas berberiscos.

Ya en El Playazo había poca gente, aunque sí unas cuantas furgonetas de viajeros hippies que recordaban a otros tiempos de menos prisas y más disfrute.

El Castillo de San Ramón se alza sobre El Playazo y es otra construcción de las que forman la línea defensiva que el rey Carlos III ordenó levantar entre Almería y Málaga en el siglo XVIII.

El Castillo de San Ramón se sitúa sobre una duna fosilizada de extraña textura y curiosa forma, y su función era la de vigilar el litoral situado entre el Cerrico Romero y la Cala de San Pedro con ayuda de su batería de cañones.

Divisar los acantilados de La Molata desde la duna es algo magnífico. Era día muy ventoso, así que había que ir con cuidado, pero a pesar de todo, pudimos apreciar la belleza de este litoral preservado que muestra la historia de la Tierra en cada arista.

Un paisaje de belleza singular

El paisaje del Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar, que este es su nombre completo, es realmente de una extraña belleza. El relieve, de origen volcánico, es escarpado y su origen data de millones de años atrás.

Gracias a este relieve singular y a la climatología particular, se ha mantenido preservado del turismo hasta hace relativamente poco tiempo y, gracias a ello, hoy podemos disfrutarlo de esta manera. Es agreste, por momentos árido, con lluvias escasas y plantas que conservan el agua para sobrevivir en épocas de sequía.

Es el espacio protegido más amplio de todo el Mediterráneo ya que cuenta con más de 37.000 hectáreas terrestres y 12.000 marinas. Además de Parque Natural es Reserva de la Biosfera y Geoparque.

Restos de forma de vida tradicional


La vida en Cabo de Gata no era fácil. La aridez del terreno propiciaba el aislamiento y así, la economía era autártica y de subsistencia. Se cultivaba y se pastoreaba para autoconsumo. Hoy casi no quedan vestigios de este modo de vida. Si te adentras en Cabo de Gata con un buen conocedor de la zona, como David, podrás acercarte hasta alguna vivienda tradicional que aún se mantiene en pie, como la que pudimos observar por fuera y a cierta distancia (poco tiempo antes había caído un muro).

Llama la atención la sencillez de los materiales constructivos, que son aquellos de que se pueden encontrar en la zona, tal y como sucede en otros lugares del Mediterráneo. Estas viviendas suelen tener planta rectangular y no son muy altas, como mucho una planta. Solían construirse poco a poco, según iban surgiendo las necesidades habitacionales de la familia. Así, pueden verse añadidos a la vivienda original.

Hay pocas ventanas y los muros son muy gruesos, lo que contribuye a aislar del calor y a mantener una temperatura bastante uniforme. Las paredes se construyen mediante piedras unidas con arena y cal.

Las cubiertas son planas con una ligera inclinación que facilita la recogida del agua de lluvia, tan escasa y preciada. Se realizaban con materiales accesibles tales como los tallos de la pita que al llegar a alcanzar gran altitud servían como vigas. Por encima de estas se extendía un cañizo y después se aislaba con arcilla impermeabilizante.

Cabe destacar, también, el máximo aprovechamiento del agua de lluvia que caía sobre el terreno mediante aljibes. En el caso de la vivienda que visitamos, un curioso sistema de canalizaciones permitía aprovechar la inclinación del terreno para recoger la preciada agua de lluvia y conservarla para su uso posterior.

Un cortijo muy literario

Si hay un lugar en Cabo de Gata que se hizo famoso a través de la literatura, ese es el Cortijo del Fraile. En él tuvieron lugar los acontecimientos que conoció Federico García Lorca cuando estudiaba en Almería y que, transformados literariamente, dio a conocer en sus afamadas "Bodas de Sangre".

El aparcero del Cortijo decidió casar a su hija, llamada Paca "La Coja"; pero durante la celebración de la misma ella escapó acompañada de un pariente cercano con el que se supone tenía una relación. Acabó en tragedia y pasó a denominarse el "crimen de Níjar". Las duras condiciones de vida en la zona, las relaciones humanas algo endogámicas y unas costumbres que ahora nos parecen casi medievales se traslucen perfectamente en la obra lorquiana.

Por otro lado, el edificio que hoy podemos ver y que, desgraciadamente, no se encuentra en las mejores condiciones, es una construcción típica de gran hacienda en Cabo de Gata. Se trata de un edificio de una planta con dependencias en torno a un patio y una iglesia, no en vano se fundó por los dominicos en el siglo XVIII.


El paisaje del Cortijo ha aparecido también en el cine, como tantos lugares de la provincia de Almería, y más concretamente en "El bueno, el feo y el malo" de Sergio Leone.

Minas de oro que funcionaron hasta hace poco


Al inicio del post ya citaba las minas de alumbre que tuvieron importancia desde la Edad Media, pero tras visitar el Cortijo del Fraile y antes de regresar a Rodalquilar, aún nos quedaba por visitar lo que fueron las minas de oro.

Pues sí, hubo oro en Cabo de Gata, pero se agotó ya hace años y en proporción con otros lugares, como Sudáfrica, la reserva aúrica era realmente escasa. A pesar de todo se vivió una particular "fiebre del oro" y se crearon empresas que expresamente se dedicaban a la extracción del mineral en la zona.
A finales de los años 80 del siglo XX cerraron definitivamente.

Como el oro se encontraba mezclado con cuarzo en algunos casos, se daba la situación de no poderse procesar directamente y tenía que ser separado fuera de nuestras fronteras al no contarse con la tecnología adecuada; esto sucedió a finales del siglo XIX con las primeras extracciones.

Hoy en día podemos ver en Rodalquilar distintas construcciones en lo que se llama Pueblo Minero. Allí está lo que queda de las antiguas viviendas de los trabajadores y de la Planta Denver, donde se limpiaba lo extraído en las minas a través de un proceso que incluía hasta electromagnetismo para la separación del mineral de otros elementos.

Hasta aquí nuestra experiencia visitando el Cabo de Gata de la mano de David. Gracias a él pudimos aprender que Cabo de Gata y Almería no es sólo costa y playas impresionantes, sino mucho más. Paisajes, tradiciones, cine, minería y un montón de cosas que harán que entiendas mucho mejor esta singular y hermosa zona de España.