Dos ciudades que comparten la magia y un "no sé qué" que las hace únicas.
Como de retos se trata nos hemos posicionado y aquí van nuestras distintas razones para quedarnos con una u otra. ¿Con cuál os quedáis vosotros, con Oporto o con Lisboa?
Kris: Lisboa
Lisboa, la ciudad del Tajo, de los fados y los tranvías es una de las capitales europeas con más encanto a pesar de su aspecto decadente en algunos de sus barrios. Hace muchos años que la visité por primera vez pero cada vez que he vuelto a ella he descubierto nuevos rincones que han ido formando la Lisboa en la que se ha convertido aquella ciudad que pisé hace tiempo. ¿Razones para elegirla? Pues la verdad es que no me faltan:
* Sus colinas (porque Roma no es la única ciudad que las tiene) y desde las que las vistas son magníficas mires donde mires.
* Esa maravillosa y única Plaza del Comercio, recuerdo de la época en que Lisboa era puerta de entrada de mercancías llegadas de lejanos rincones de todo el mundo.
* Su gastronomía es rica y variada. Su bacalao cocinado de tantas formas o los pasteles de Belém son sin duda dos de sus estrellas.
* Contemplar el cielo entre las ruinas del Monasterio do Carmo, la mayor iglesia gótica de la ciudad hasta que quedó destruida por un terremoto en 1755.
* Los tranvías de colores recorren sus calles y suben sus cuestas con ese traqueteo tan peculiar que facilita a propios y extraños acceder a rincones en todos los lugares de la ciudad.
* Pasear junto al Tajo desde el Monumento de los Descubridores a la Torre de Belém cuando parece que el río deja de serlo para convertirse en parte del océano en el que vierte sus aguas.
* El barrio de Alfama con sus fachadas de azulejos, sus calles con balcones repletos de ropa tendida, el aroma a pescado fresco o el sonido del lado es probablemente uno de los lugares más emblemáticos de Lisboa.
* Llegar a Belém es acercarse a uno de los más bellos monumentos lisboetas: el Monasterio de los Jerónimos en estilo manuelino es una de las joyas de la ciudad, y con razón Patrimonio de la Humanidad.
* Sentarse al atardecer en alguna de las terrazas junto al río y despedir el día sintiendo la brisa del Tajo mientras el sol empieza a teñir el horizonte de naranjas y rojos tras el puente 25 de Septiembre.
Cris: Oporto
Oporto ha sido una gran desconocida hasta hace poco. Segundona eterna frente a la capital lisboeta ha conservado un encanto poco habitual en ciudades de su tamaño, y quizá su mágica localización junto a un río y a las puertas del océano la hacen tan especial. La última vez que estuve allí la disfruté como nunca, paseándola con calma y sintiendo su magia en cada rincón, en cada calleja y en cada plaza.
Me quedo con Oporto porque:
* Su situación junto al Duero y su desembocadura la hacen única e irrepetible. Las colinas suaves que vienen acompañándolo desde tierra adentro se convierten en dos ciudades enfrentadas y que comparten riberas. El Duero es rey absoluto y presencia indiscutible en la ciudad.
* Por sus calles en cuesta y llenas de sorpresas. Los raíles del tranvía, los edificios de azulejos, sus tiendecitas curiosas, detalles arquitectónicos, etc. la hacen llena de atractivos para el visitante.
* Porque tiene una de las librerías más hermosas que existen y esto es mucho decir. Lello e Irmao es una locura de fachada modernista e interior barroco de escaleras y volutas en madera y vidrieras. Entrar en ella es sumergirte no sólo en un mundo de libros sino en un espacio absolutamente mágico.
* Por su Torre dos Clérigos, símbolo de la ciudad, visible desde muchos puntos de sus innumerables calles en cuesta. Su barroquismo y sus formas atrevidas la hacen diferente a todos los campanarios habituales.
* Por esa decadencia perceptible en muchos de sus rincones y que le da un toque único y lleno de encanto.
* Por la Ribeira, ese barrio colorista asomado al Duero (una vez más) que transmite vida en cada recoveco, en cada fachada y donde uno siente la dignidad de un lugar popular que está renaciendo.
* Por los magníficos azulejos que cubren las paredes de los edificios más insospechados: desde la estación de tren hasta iglesias como la del Carmelo y narran historias de Portugal y de Oporto.
* Por sus bodegas, que curiosamente se encuentran la mayoría en la ciudad vecina de Vilanova de Gaia. Se puede aprender visitándolas cómo se elabora el prestigioso vino de Oporto y cómo viajaban las barricas en los curiosos rabelos río arriba.
*Por sus puentes, que unen y separan las dos poblaciones desde 1805, y entre los que destaca el de Dom Luis, obra de un discípulo de Eiffel y símbolo de la ciudad junto con la Torre dos Clérigos.
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