El hotel Amadeus en Sevilla fue el alojamiento que escogimos para pasar unos días de visitas y descanso el pasado diciembre de 2015. La capital andaluza ofrece actualmente un montón de alojamientos encantadores y céntricos, con ese algo especial que tanto me gusta.
Por eso no fue fácil elegir uno. Teníamos tres finalistas, y tras mucho pensar nos decidimos por el hotel Amadeus por tres razones fundamentales: la localización, lo cuidado de los interiores y su temática musical, y el precio.
Su emplazamiento no puede ser mejor. Situado en la estrechísima calle Farnesio, en pleno barrio de Santa Cruz, se sitúa a pocos metros de la Catedral hispalense, del Alcázar y de toda la zona comercial e histórica del centro.
Adaptando los interiores de una antigua casa señorial del siglo XVIII, se ha logrado un ambiente refinado y único conservando elementos como el patio, los azulejos que lo decoran, las puertas, etc. Recientemente se ha añadido una nueva ala en el edificio colindante, en el que se sitúa un buen número de habitaciones (entre otras la nuestra).
Todo además se encuentra tematizado con la música como eje principal. Desde el nombre, hasta las llaves con un violín en el llavero, o la denominación de las habitaciones. En todas ellas hay disponible bibliografía de temática musical, tablets con partituras, instrumentos a disposición de los huéspedes y hasta cuartos insonorizados para poder practicar sin "molestar" al resto de personas.
El buen gusto está presente en cada rincón, en cada detalle, alguno tan especial como el rico vino de naranja disponible en los salones para tomar cuando quieras. Una tentación de lo más rica.
Nuestra habitación era una junior suite situada en la parte más nueva: la habitación Ravel.
Tenía un techo de vigas de madera alto e inclinado y dos grandes ventanas a la calle Farnesio. La cama era enorme y muy cómoda, y hasta había espacio suficiente para un pequeño sofá a sus pies.
Javier tenía su espacio, un poco retirado, en el mismo cuarto, en un sofá cama amplio y cómodo. El armario y otros muebles auxiliares eran delicados y con un toque de anticuario.
El baño, con lavabo de doble seno, también era espacioso y el agua de la ducha potente y con buena temperatura. Adolecía, sin embargo, de un mayor cuidado en la presentación de los productos de acogida, ya que venían presentados en sobres, algo pasados de moda y escasos.
A pesar de estar en pleno centro del Barrio de Santa Cruz y dar hacia una calle, no se oía ruido procedente del exterior (salvo algún rumor de campanas). Tampoco entraba luz ya que las contraventanas de madera proporcionaban un buen aislamiento lumínico.
Si todo el hotel está perfectamente pensado y es un oasis de confort y música, el espacio que más me gustó fue sin duda su azotea. Pude disfrutarla a distintas horas del día y sólo puedo decir que los atardeceres son mágicos y sus mañanas resplandecientes.
Tener la Giralda y otras torres de iglesias tan cercanas, oír sus campanas y poder sentarse tranquilamente a disfrutar de la "hora azul" es un placer inigualable. Además, cuenta con un pequeño jacuzzi para mayor relajación.
El desayuno, no incluido en el precio de la habitación pero muy razonable, se sirve donde uno quiera en amplio horario de ocho de la mañana a dos de la tarde. Nosotros elegimos tomarlo en la azotea, en un pequeño salón acristalado que preserva del fresco mañanero y no te impide la maravillosa vista.
Es continental y cada día te sirven alguna pequeña variante en la bollería o la fruta. Está muy bien presentado y consta de dulces, salado, fruta, huevo duro, café, zumo de naranja natural, etc. Realmente completo para empezar bien el día.
Si vais próximamente a Sevilla y no sabéis donde alojaros, os recomiendo este pequeño oasis musical, de localización céntrica y discreta donde disfrutar de un descanso diferente a lo habitual.
Lo mejor del hotel Amadeus: su localización, cuidado en los detalles y terraza en la azotea.
Lo peor del hotel Amadeus: por decir algo, los productos de baño, algo escasos para un hotel de este tipo.
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