11/7/16

Real Balneario Solán de Cabras, Cuenca

Descansar en el Real Balneario Solán de Cabras es un auténtico placer para el reposo del cuerpo y del espíritu. Pude hacerlo el mes pasado gracias a la Dirección General de Turismo y Artesanía del Gobierno de Castilla-La Mancha y al viaje que organizó por Cuenca y su provincia para unos cuantos bloggers de viaje.

Tras un intenso día de actividades en la naturaleza agradecía profundamente llegar a un lugar como éste para dormir la segunda noche de nuestro periplo. Ya en el camino, según nos aproximábamos, el paisaje auguraba belleza a raudales. La carretera sinuosa se adentraba entre hoces imponentes y ríos, y justo al final de la hoz del río Cuervo, perteneciente al municipio de Beteta, se encuentra este oasis de naturaleza y relax.

Ya el rey Carlos III se fijó en las propiedades del agua de Solán de Cabras y en él está el origen de la denominación de Real que posee. El viajero que desee alojarse aquí dispone de dos posibilidades: quedarse en el denominado "palacio" o en un edificio más moderno de apartamentos.

Solán de Cabras, fachada


Nosotros nos quedamos en el primero, edificio encalado y con rejerías en las ventanas que le dan cierta reminiscencia sureña, mientras que el escudo que corona la puerta principal nos recuerda, una vez más, el origen regio.

De hecho, este edificio fue mandado construir por Carlos III como casa hospedería, allá por 1755 con el fin de acoger a las personas invitadas a "tomar las aguas".

Recientemente sus interiores han sido reformados y acondicionados con un estilo sencillo pero impactante, en el que los materiales nobles como la madera, la piedra y las telas de lino aparecen como protagonistas tanto en los pasillos como en las habitaciones.

Antes de entrar en el edificio, simplemente con mirar hacia arriba desde el exterior, el entorno se ve magnífico al estar rodeado por las hoces que nos han acompañado en el camino. Roca y verde protegen al Balneario y le dotan de un emplazamiento único.

Solán de Cabras alrededores


Mi habitación era realmente espléndida y contaba con una gran cama, una parte de salón con mesa, armario, escritorio y... lo mejor de todo, una terraza amplísima sobre el río Cuervo. El rumor del mismo ayudaba a conciliar el sueño y proporcionaba un paisaje espléndido para disfrutar con calma sentado a la mesa de la terraza.

El cuarto de baño era también muy grande, con lavabos exentos  y una ducha de obra con efecto lluvia. Los artículos de aseo estaban elegidos con gusto y había todo tipo de complementos, tales como albornoz, cepillo de dientes, etc.

Después de un día de intensa actividad se agradecía enormemente el descanso que proporciona el logrado ambiente. Aviso para viajeros: no hay televisión, aunque sí cuenta con una buena conexión wifi que atraviesa los gruesos muros del edificio.

Solán de Cabras dormitorio


En el edificio de apartamentos uno se puede alojar también, con otro estilo más sencillo, pero ideal para largas estancias, familias o viajeros a los que les gusta la independencia. En dicho edificio se encuentra el restaurante donde se sirve el desayuno y el resto de comidas.

La cena de la que disfrutamos fue realmente opípara y dio buena cuenta de la riqueza gastronómica de esta zona de Cuenca. Pudimos probar el ajoarriero, los quesos de la región, el rico morteruelo, embutidos y corzo; todo ello cocinado de manera espléndida y generosa en las raciones.

Los amantes de la naturaleza encontrarán en este alojamiento una buena base para realizar rutas de senderismo que llevan a impresionantes miradores, observar las estrellas en un limpio cielo al caer la noche y hacer todo tipo de opciones del llamado "turismo activo".

Para el verano, nada mejor que un baño en la agradable piscina, a pocos metros del paso del río y del manantial, que está a 27 grados y cuenta con las propiedades de esta agua única que también podremos disfrutar a través de los diversos tratamientos de hidroterapia disponibles.

Solán de Cabras jardín


El paseo por los jardines con toque romántico, entre el rumor de las cascadas naturales formadas por el río y los edificios históricos, proporciona al viajero el sosiego y el descanso que tan bien vienen en muchas ocasiones. ¡Ah! probablemente verás la plácida estatua de don Baldomero quien, desde su banco, contempla el balneario y las aguas que adquirió en los años 20 del siglo pasado.

Gracias a Turismo de Castilla-La Mancha por permitirme conocer este rincón no demasiado conocido de nuestra geografía y que supone un auténtico descubrimiento para una urbanita como yo. Un manantial que tuvo su origen legendario en un pastor que vio cómo sus cabras sanaban al bañarse en sus aguas, hoy en día proporciona en un entorno bien logrado no sólo tratamientos para el cuerpo sino reposo para el espíritu.

Lo mejor del Balneario Solán de Cabras: su emplazamiento entre hoces y con el río Cuervo pasando al lado y dejando su rumor.
Lo peor del Balneario Solán de Cabras: por decir algo, se debería mejorar la iluminación de los pasillos del edificio palaciego.

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