4/4/14

Hotel Hospes Palacio del Bailío, Córdoba

Nuestra estancia en el hotel Hospes Palacio del Bailío sólo me trae buenos recuerdos que hemos actualizado este mes de septiembre de 2020. Nuestra primera vez fue en la Semana Santa del 2007, con Javier siendo un bebé de 7 meses. Ahora hemos regresado con un adolescente grande y viajero que ha sabido disfrutar de su primer hotel casi más que hace trece años.


Dormir en el Hotel Hospes Palacio del Bailío ( 2007 y 2020)



Entrada Hospes Palacio del Bailío


El hotel está enclavado en pleno centro histórico cordobés, en un inmueble declarado en 1982 Bien de Interés Cultural por su especial interés histórico-artístico. Como la propia ciudad de Córdoba, tiene mucha historia. De sus remotos habitantes romanos dan fe las ruinas que se excavaron durante la adecuación del hotel y que se muestran bajo el acristalamiento del suelo del patio interior.


Patio del hotel Hospes Palacio del Bailío


Después vivieron en el lugar musulmanes, un caballero cristiano de la Orden de San Juan (el bailío que da nombre al hotel), la familia del Gran Capitán, etc.

Cuando se llega al final de la calle donde está situado el Hotel Hospes Palacio del Bailío, nada hace predecir el exuberante interior que nos vamos a encontrar detrás de la fachada encalada. Un bonito patio que sirve de unión a los distintos edificios da la bienvenida al huésped hacia una recepción doblemente amistosa, por las bebidas que te ofrecen y por la amabilidad de todo el personal.


Detalle de bienvenida del Hotel Hospes Palacio del Bailío


La habitación era un espacio amplio, con una cama grande y muy confortable, zona de lectura y escritorio y un baño con productos naturales, dos lavabos y una estupenda bañera. Todo decorado con tonos grises y blancos, creando una zona de serenidad y tranquilidad. La iluminación cuidada en todo el hotel ayuda a crear esa relajación.


La cama de nuestra habitación Hospes Palacio del Bailío





Hospes Palacio del Bailío 13 años después


En nuestra segunda estancia en el hotel, septiembre de 2020, Javier ya era mucho más grande y necesitaba una cama supletoria a ser posible larga. No hubo problema, nos dieron una habitación separada en tres espacios: entrada, saloncito (con cama supletoria) y dormitorio propiamente dicho. Según sus palabras la cama era muy cómoda (la supletoria, y él es un experto).

La influencia árabe se aprecia en detalles decorativos como los arcos de herradura de uno de los pasillos, la decoración con reminiscencias de la Mezquita del Salón Castejón y el sonido del agua que proporcionan algunas fuentes.


Pasillo delHospes Palacio del Bailío


Los espacios comunes están hechos para disfrutar, los salones como el antes mencionado son tranquilos e invitan a la lectura; en el patio central del hotel se sirve el desayuno mientras se aprecian sus pinturas murales del siglo XVIII. El jardín florecido de azahar es todo un vergel que además cuenta con una piscina que promete ser una gozada en los meses de verano.

Y efectivamente, lo es. Este extraño año de 2020 en el que estoy reescribiendo el post, la piscina, enclavada en un antiguo aljibe se tiene que reservar por horas, el solarium justo al lado invita al relax y a escuchar el rumor del agua y el sonido de los pájaros. Puro placer. 

Jardín con naranjos del Hospes Palacio del Bailío


Otro lugar mágico del  hotel Hospes Palacio del Bailío es el spa. Cuenta con varias salas de tratamiento envueltas en agradables olores y silencio. Yo me di un estupendo masaje del que disfruté muchísimo. La esteticista fue encantadora y además nos permitió acceder a la zona de aguas con el peque. 

Hospes Palacio del Bailío baños romanos


Ésta consistía en tres piscinas a modo de termas romanas, situadas en el subsuelo bajo un techo abovedado e iluminado con estrellas. Cada una tenía una temperatura diferente y recuerdo los gritos de placer de Javier-bebé cuando chapoteaba en la de agua templada. Una delicia.

En este mes de septiembre de 2020 en el que estamos también hemos disfrutado de de estos estupendos baños con las medidas propias del COVID19 que implican la reserva de las instalaciones. No hubo problema y pudimos disfrutarlos cómodamente los tres. 




La estupenda situación del hotel, a la vuelta de la esquina de la Plaza del Cristo de los Faroles, facilita el paseo por la bella ciudad de Córdoba que en Semana Santa invita a la contemplación de sus templos, de su imaginería religiosa, de sus calles y a recordar que hace ya mucho tiempo fue centro del saber occidental.


Detalle de la entrada del Hospes Palacio del Bailío



El bar de tapas y restaurante del hotel, llamado Arbequina, con acceso independiente desde la calle, aproxima al visitante a la tradición gastronómica cordobesa que no debe dejar de probarse por toda la ciudad.

Si podéis ir a Córdoba, hacedlo, tiene magia. Y si además podéis alojaros en el Hospes Palacio del Bailío comprobaréis que esa magia cruza las grandes puertas de madera y flota por todo el hotel.

El personal del hotel, desde el director Alberto Pérez pasando por la recepción, el restaurante y el spa no pueden ser más agradables y dispuestos a ayudar en todo lo necesario y a hacer la estancia inolvidable. 


Posando los tres


Lo mejor del hotel: el ambiente, la decoración, el spa y sus piscinas y el personal para el que todo fue poco a la hora de ayudarnos con lo que pudiéramos necesitar. El magnífico desayuno.

Lo peor del hotel: quizá en los tiempos que corren, puede resultar un poco caro. Eso sí, merece cada euro pagado.






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