Situado en la planta noble ("beletage") del edificio, destaca como una gran opción a la hora de alojarse en la capital austríaca. Decoración cuidada en habitaciones amplias, originales y confortables a la vez, inmejorable localización, servicios mimados, similares a un Bed&Breakfast pero con un giro especial. Ni un hotel- hotel, ni un B&B, es algo peculiar este lugar.
Si otros hoteles los relaciono con el color verde (A Quinta da Auga, Santiago de Compostela), o con el azul (Hotel J, Estocolmo), el Hollmann es naranja. El vibrante color que llena de vida, levanta el ánimo y nos recuerda a los cítricos, es protagonista del hotel.
Las 25 habitaciones se construyen a modo de espacios cúbicos en los que la protagonista es la cama. Muchas con dosel, pero nada recargadas, más bien al contrario, de líneas puras, madera oscura contrastada con el naranja omnipresente.
El juego de luces amplía aún más la habitación, aunque todas son grandes. El lavabo se sitúa detrás del cabecero de la cama; el resto del baño y el armario están escondidos tras los cortinones naranjas que dan continuidad a la pared. Frente a la cama, los ventanales sobre la calle del hotel (en nuestro caso), bien aislados del ruido.
El aspecto gastronómico está cuidado en el Hollmann, no en vano el caballero que le da nombre es chef, así pues todo está controlado y medido. El desayuno destaca por su presentación, de lo más apetitosa, por su abundancia y por su variedad. A nadie puede desagradar ya que hay panes, bollería, frutas, platos calientes, etc. Todo estupendo.
¿Que uno llega cansado de dar paseos por Viena? Pues nada, hay un "honesty bar" para que tomes un tentempié. ¿Que tienes hambre-hambre? A la vuelta está el Hollmann Salon, que no es en sí un restaurante, pero en el que se come y se está estupendamente.
Como lugar polivalente que es, no se queda sólo en alojamiento, sino que hay diversos espacios que uno va descubriendo en las distintas plantas y nos llevan a una terraza-jardín urbana muy cuidada y relajante, a una biblioteca estupenda, a un cine e incluso a un pequeño spa. Ahí es nada...
Si le añadimos una buena relación calidad-precio, este lugar único se convierte en una magnífica opción en Viena por su calidad, cuidado diseño, gastronomía y originalidad.
¡Qué pequeño gran hotel es el Hollmann-Beletage! ¿O no es un hotel? Bueno, pues eso.
Lo mejor del Hollmann-Beletage: su localización, diseño, desayunos y originalidad. Ah! y el precio.
Lo peor del Hollmann-Beletage: es pequeño, así que está muy solicitado.
Originalidad del Hollmann-Beletage: tiene hasta su propia música, en CD en la habitación. Eso sí, hay que buscarla.
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