1/8/16

Parador de Alarcón

Alojarse en el Parador de Alarcón en hacer un viaje en el tiempo. Hace pocos días he tenido la oportunidad de regresar a este Parador en el que me alojé de niña cuando la única carretera que iba hacia Valencia pasaba al lado.

Hoy esta nacional sigue existiendo pero ya no es la única forma de llegar a las playas valencianas y Alarcón ha quedado un poco apartado respecto a la importante autovía. Aún así, el viajero lo tiene realmente fácil para acercarse desde Madrid u otros lugares y créeme que merecerá la pena.


Parador Alarcón torre



A través de una carretera sinuosa que pasa por dos arcos se llega a Alarcón, que quizás toma su nombre del rey visigodo Alarico. Una vez en el pueblo, sólo hay que seguir las indicaciones pertinentes para llegar hasta esta fortaleza que da la bienvenida al viajero desde su posición privilegiada sobre la hoz del río Júcar.

Si veis dos pequeños castillos según llegáis, tened en cuenta que se trata de torres vigías que formaban parte del sistema defensivo del gran Castillo que hoy ocupa el Parador. Podréis dejar el coche en el parking que hay fuera antes de acceder por una pequeña puerta al patio central.

La recepción se encuentra en la planta inferior de la torre del homenaje y el personal que la atiende no puede ser más amable, así que podréis preguntarles por lo que hay que visitar en la villa de Alarcón, que es bastante.

En uno de los lados del irregular patio se encuentran las habitaciones, todas y cada una con nombre de personajes vinculados al Castillo; las superiores están en la torre antes mencionada y en lo más alto la suite que lleva el nombre del Infante Don Juan Manuel, insigne escritor medieval que fue allá por el siglo XIV el dueño del lugar.

Parador Alarcón habitación Alfonso VIII


Nuestra habitación estaba dedicada a Alfonso VIII y su situación privilegiada en la Torre permitía una bonita vista por encima del patio y de las almenas, aunque para poder asomarnos al balcón-ventanal había que bajar dos escalones que atraviesan los metros de grosor del muro.

La cama, con dosel entelado, encima de una tarima era muy cómoda, y el baño de mármol contaba con lavabo de doble seno exento, de diseño moderno, y una bañera también con escalones, aunque en esta ocasión de subida, lo que la hacía un poco arriesgada a la hora de salir con los pies húmedos.

El silencio y la tranquilidad están garantizados entre los gruesos muros, y todo tipo de detalles de bienvenida (como café y té, guías de la zona, etc.) hacen la estancia de lo más agradable.

Todo el Parador está decorado siguiendo una línea contemporánea combinada con los elementos estructurales medievales. No te sorprenderá ver pinturas de Tapies o Sempere en estancias de impresión por donde se paseó el Marqués de Villena. Han logrado que todo case a la perfección.

A la hora de cenar, la sala abovedada impone con su gran tamaño y cuesta decidirse ante la gran variedad de delicias de la carta. Recomiendo las perdices en escabeche, las croquetas y las ensaladas, así como otras especialidades manchegas.

Parador Alarcón cafetería


En el mismo restaurante se sirve el desayuno, que esta vez no es buffet sino a la carta. En él te ponen ya de entrada café o té, zumo, churros, bollería y tostadas. Puedes añadirle embutidos, quesos, huevos, platos de la zona, etc. Desde luego con hambre no te vas a quedar.

Y tampoco puedes quedarte sin pedir en recepción la llave que abre el camino de ronda del castillo, para dar una vuelta por todo su perímetro y gozar de las maravillosas vistas del campo, la hoz del Júcar que rodea Alarcón y un paisaje, en definitiva, tan bello como infinito.


Parador Alarcón vistas


Lo mejor del Parador de Alarcón: el emplazamiento en un istmo sobre la hoz, la conservación del edificio y su adecuación al siglo XXI tanto en decoración como en servicios.
Lo peor del Parador de Alarcón: no es precisamente barato, aunque su calidad es innegable.

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