Dormir en el hotel Nabia, en plena Sierra de Gredos
Se sitúa en la cara sur de Gredos, de espaldas al Almanzor y mirando hacia el valle del Tiétar, que se extiende a sus pies proporcionando unas vistas únicas. Hay que llegar hasta Candeleda para luego tomar la carretera que lleva hasta el santuario de la Virgen de Chilla y un poco antes trepar, casi, por una carretera sinuosa hasta llegar al Nabia.
Nada más bajar del coche uno se da cuenta del mimo puesto en este lugar. Se reparte en varios edificios encadenados. El de las zonas comunes cuenta con unos cuantos salones acogedores con grandes ventanales hacia el jardín y en él se encuentra la recepción. Allí nos recibió Sofía, la dueña, quien nos explicó los horarios de cena y desayuno y nos dio la llave de nuestra habitación.
El hotel cuenta con apenas trece habitaciones cuidadas hasta el más mínimo detalle. Nuestro cuarto era una impresionante habitación superior con terraza, amplísima y bellamente decorada con tonos claros. Contaba con una zona de lectura mirando hacia el Valle, detalles de bienvenida exquisitos y un cuarto de baño grande, con ducha y bañera y productos de aseo de todo tipo.
No disfrutamos de la terraza privada ya que eran días de muchísimo calor y había algún que otro molesto mosquito. Además, teníamos el maravilloso jardín del hotel y queríamos explorarlo.
El jardín no decepciona al huésped. Paseando por él disfrutas todo el tiempo de una vista de quitar el hipo y dudas si tumbarte en rincones acogedores mirando el Valle o si llegar a la piscina. Esta es uno de los elementos más espectaculares del hotel, ya que parece colgar sobre el paisaje y uno no quiere marcharse de ese remanso de paz.
Como todo en el Nabia, está cuidada de manera natural, clorándose mediante sal, y los días que estuvimos allí la temperatura del agua era realmente templada. La calefacción y el agua caliente del hotel se generan mediante calderas de biomasa, y en el huerto y en el jardín se utilizan abonos naturales.
La iluminación nocturna es limitada para evitar la contaminación lumínica y favorecer la contemplación del cielo, que es realmente bello desde Gredos.
El momento del desayuno es absolutamente placentero ya que se toma en la terraza del hotel mirando el Valle y está compuesto de una no excesiva variedad de elementos, pero todo de excelente calidad. Zumos naturales, embutido de calidad, quesos, fruta fresca, bollería recién horneada al igual que el pan y toda una variedad de infusiones y café que favorecen una riquísima puesta en marcha matinal.
En el Nabia no hay servicio de comidas a mediodía pero sí por la noche, donde uno se prepara para ver una increíble puesta de sol tardía (en verano, por supuesto) mientras tomas algún aperitivo. De la cocina del hotel se encarga Íñigo, la pareja de Sofía y copropietario de este paraíso con ella. Todo está elaborado con mimo, con productos de la zona de calidad y con la filosofía de la "slow-food" siempre presente.
La diosa vettona Nabia, diosa de las aguas y de los valles, dio el nombre a este hotel y su imagen se encuentra en la entrada, dando la bienvenida a este paraíso al que espero regresar.
Lo mejor del hotel Nabia: su localización increíble, el buen gusto de los interiores y la piscina colgada sobre el Valle del Tiétar.
Lo peor del hotel Nabia: por ponerle alguna pega, lo dificultoso del último tramo de la carretera de acceso.
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Un fantástico lugar tocaya, que seguramente es último tramo complicado de carretera le hace aún más especial. Uno debe sentir que el esfuerzo ha merecido la pena.
ResponderEliminarUn abrazo