Muy cerca de la Catedral de Burdeos y de la famosa torre Puy-Berland se encuentra esta maison d'hôtes que ocupa una de las muchas hermosas construcciones dieciochescas del centro de la ciudad.
Dormir en L´Hôtel Particulier de Burdeos
Un gran portalón da acceso a la coqueta recepción donde dejamos las maletas hasta la hora de ocupar la habitación. Fueron muy amables dándonos algunas informaciones útiles y poco después de comer regresamos para instalarnos.
L' Hôtel Particulier se divide en dos espacios. En el primero están varias habitaciones exquisitas que llevan el nombre de músicos (Mahler, Debussy o Wagner) y dan a la calle Vital Carles, incluso con vistas hacia la Catedral. En el segundo, al fondo del patio se sitúan los apartamentos que son más amplios e ideales para ir en grupo.
Nuestro apartamento familiar se encontraba al final de una estrecha escalera (no hay ascensor en esta zona). La esperábamos amplia y lo era. Sobre todo el salón al que se accedía nada más entrar.
Tenía dos ventanas a la calle, un sofá cama grande y cómodo (a decir del peque), zona de comedor con mesa alta y taburetes y una pequeña cocina con lo imprescindible, metida dentro de un armario lacado en negro.
La distribución del salón era realmente práctica porque tenía de todo y además estaba bien decorado con muebles funcionales pero estilosos.
Aprovechamos la mini-cocina con frigorífico para hacer dos cenas allí; el desayuno lo teníamos incluido en el precio.
Al fondo del salón se abría la puerta a un dormitorio ocupado por una gran cama, un armario completísimo y el cuarto de baño.
Este último no era muy grande en comparación con el resto de la habitación, pero estaba bien surtido con productos de acogida y gran cantidad de toallas.
La tranquilidad del sueño estaba garantizada porque las ventanas del dormitorio daban al patio de entrada del hotel.
Todo está bien pensado en este pequeño alojamiento y el desayuno nos sorprendió bastante pues se realizaba en una preciosa sala junto a las habitaciones de la parte de hotel, las de nombres de músicos.
En torno a unas mesas lacadas en negro y preparadas con antelación (había que avisar el día anterior), nos tenían preparado el zumo, la rica bollería, el yogur, la fruta y las tostadas. Además podías tomar cereales, huevos con bacon, etc. Es decir, un desayuno de calidad en un entorno cuidado y muy acogedor.
La parte de las habitaciones con encanto son estupendas para una escapada más o menos romántica, mientras que si vais en grupo de amigos o familia, los apartamentos y los estudios serán lo más adecuado.
Lo mejor de L'Hôtel Particulier: su ubicación, en pleno centro de Burdeos y el cuidado de sus interiores.
Lo peor de L'Hôtel Particulier: que no haya ascensor en la zona de los apartamentos.
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