Itinerarios Secretos del Palacio Ducal de Venecia
El que comenzó siendo un castillo allá por el siglo IX, se transformó tras distintos desastres y varios siglos, convirtiéndose en lo que hoy vemos a finales del siglo XIV y principios del XV.
La hermosa fachada de mármol rosa de Verona esconde innumerables tesoros artísticos que merecen otros artículos, pero hoy vamos a recorrer los lugares que no se ven en la visita habitual, los despachos, cubículos y salas oscuras desde las que se gobernaba la ciudad.
Los enormes salones pintados por los grandes maestros se dejan a un lado (aunque se visitan con la misma entrada al terminar el recorrido guiado) para conocer cómo se gobernaba con mano firme una ciudad-estado que, en manos de familias poderosas, sobresalió por encima de otros lugares del Mediterráneo durante siglos.
Antes de empezar, podrás preguntarte ¿merece la pena comprar la entrada para estos Itinerarios?
Pues tal y como están planteadas ahora la venta de entradas sí. Tienes dos posibilidades, comprar la entrada de 19€ en precio de adulto, que incluye la visita tradicional del Palazzo y los otros museos de la Piazza di San Marco, o comprar por 20€ la visita a estos Itinerarios y la tradicional.
Es decir, salvo que te interesen mucho el Museo Correr, la Biblioteca Marziana y el Museo Arqueológico el precio es casi igual. Reconozco que no he estado en estos lugares y que posiblemente tengan mucho interés, pero creo que la segunda opción completa estupendamente la visita de la zona más habitual del Palazzo.
Eso sí, para hacer estas visitas guiadas tienes que elegir el idioma (inglés, francés o italiano; en nuestro caso fue el italiano) y estar puntualmente a la hora señalada en el Patio.
Al pasar por el control de entrada nos darán una pegatina indicativa de que vamos a hacer este recorrido. Si llegáis con tiempo suficiente, merece la pena echar un vistazo a las maravillas que esconde este patio. Entre ellas destaca la Escalinata de los Gigantes y los dos brocales de pozo realizados en bronce, datan del siglo XVI y son realmente hermosos.
Parte del exterior de la Basílica de San Marcos da igualmente sobre el Patio en una mezcla curiosa y típicamente veneciana de estilos arquitectónicos.
Para comprender bien lo que se va a ver en esta visita curiosa, conviene saber que el Palacio Ducal fue sede del Gobierno, Palacio de Justicia y residencia del dux. En él, por tanto trabajaban todos los funcionarios al servicio de la Serenísima República, y lo hacían en el segundo piso, al que accederemos a lo largo de la visita.
Al comenzar pasamos a los llamados Pozzi: se trata de las pequeñas prisiones plenas de humedad, ya que algunas están por debajo del nivel del canal. Entre estos gruesos muros, sin apenas mobiliario y casi sin luz, estaban los prisioneros. Estrechas tablas de madera servían de cama, por decir algo, y en algunas se pueden ver las gruesas cadenas con las que eran atados.
En los muros se pueden ver aún las letras escritas por los presos en mensajes de desesperación. Pone los pelos de punta pensar en las horribles condiciones de salubridad en las que permanecían.
En la Cancillería podemos recorrer las distintas oficinas, que ocupaban un doble piso sobre las salas más importantes, con ventanas no muy grandes pero con vistas impresionantes hacia la Basílica y el Campanile.
Son estancias paneladas en madera en las que estaba prohibido el uso de cualquier vela o fuego, ya fuera para ver o para calentarse. Así se evitaba el riesgo de incendio en unas estancias en las que la presencia de la madera como elemento decorativo y para almacenar legajos en armarios era destacada.
Imaginaos el frío que debían pasar en los días de duro invierno veneciano. De hecho, el pasado mes de diciembre la temperatura era baja y la niebla no levantó durante algunos días, así que al hacer la visita notamos, aunque fuera por aproximación, la sensación que debieron tener los trabajadores de la administración de la Serenísima.
Distintos cargos trabajaban en estas salas: el Notario Ducal y el Diputado "secreto" del Consejo de los Diez. El primero tenía la labor de secretario y de otras magistraturas de la República, mientras que el segundo era responsable de los archivos reservados y que estaban separados de los más normales.
También se atraviesa el despacho del Gran Canciller, cuyas tareas eran tan delicadas que era el único magistrado al que elegía directamente el Consejo Mayor.
Después se pasa a la gran Sala de la Cancillería Secreta. Llama la atención su tamaño, sus ventanas que proporcionan amplia vista sobre la ciudad y, sobre todo, que está completamente recorrida por armarios en los que hay escudos familiares.
En esta sala se situaban los copistas de documentos secretos. Para garantizar que nada de lo que allí había iba a trascender se elegía a personas analfabetas a las que se encargaba copiar los signos; ellos lógicamente no entendían nada y transcribían sin más. Cuando pasaba un tiempo aceptable se les echaba y se contrataba a otros copistas. Era una manera de mantener la confidencialidad.
Los escudos que aparecen en los armarios corresponden a los Cancilleres que ostentaron el cargo desde el siglo XIII. Veremos que muchos se repiten, ya que las mismas familias poderosas solían proporcionar miembros para los puestos más importantes.
Tras esta visita pasamos a las más siniestras, y la primera sala será la de la Tortura. Aquí se interrogaba a los presos y estaba situada junto a algunas celdas de madera que daban directamente sobre la sala. Se solían hacer estas sesiones cuando no había gente en el Palacio, por la noche y el método más usado era el de la soga: de ella se colgaba a los prisioneros por las muñecas hasta que confesaban su delito.
El rostro de los jueces permanecía en la oscuridad discreta mientras se sentaban en una mesa de espaldas a las ventanas. De este modo se intentaba preservar su identidad y evitar posibles venganzas de las familias de los presos.
Después de visitar esta Sala pasamos a la zona llamada de los Plomos (Piombi en italiano). Aquí se sitúan algunas pequeñas celdas reservadas a traidores del Consejo de los Diez, acusados de prevaricación, a prisioneros con condenas cortas o en espera de juicio. Se llamaba del plomo en alusión a la cubierta de los cubículos.
En una de estas celdas estuvo preso, según la tradición, Giacomo Casanova y de una de estas celdas escapó en un recorrido algo mítico que él mismo cuenta en sus memorias. Desde luego, no tenían nada que ver estas celdas con las de los Pozzi, que vimos al principio de la visita. Estas dos celdas, nombradas de Casanova, son una reconstrucción de cómo fueron realmente.
Tras esta curiosa visita veremos otra sala que acoge una exposición de armas y podemos asomarnos al sobretecho de la gran Sala del Mayor Consejo, nos asombrará el entramado de madera que lo conforma y que se ha mantenido a lo largo de tantos siglos.
Ya sólo nos quedará la Sala de los Inquisidores y la de los Tre Capi (Jefes) desde la que un pasadizo secreto realizado con forma de armario de madera lleva directamente a la del Mayor Consejo.
Ahora hay que disfrutar de lo que veían asombrados al llegar a la Serenísima los legatarios de otros países y que aún sigue maravillándonos. Pero, ¿a que este recorrido ha merecido la pena? Sin duda se trata de una de las visitas más singulares de la bella Venecia.
Si te quedan días y quieres recorrer alguna otra ciudad del norte de Italia, no dudes en viajar a Mantua. La ciudad de los Gonzaga tiene mucho que ofrecer al visitante y es un buen complemento para Venecia. Aquí te dejo qué hacer en Mantua en dos días, el tiempo ideal para recorrer bien la ciudad.
Hice la visita completa del Palacio Ducal, así que también visité ese laberinto de pasillos y celdas de los subterráneos. Es una visita muy interesante, pero se te ponen los pelos de punta pensando en las condiciones que tuvieron que soportar los que se encontraban allí presos.
ResponderEliminarUn abrazo!