El pasado mes de mayo tuvimos el placer de ser invitados a conocerlo pasando un estupendo fin de semana allí y disfrutando de sus vistas, su gastronomía y de sus instalaciones. Aquí os lo cuento todo.
Fuimos hasta Torrevieja por Murcia en vez de por Alicante, las dos rutas son prácticamente equidistantes desde Albacete y en menos de dos horas estábamos llegando al hotel. Este se encuentra en la urbanización Los Balcones, a cinco escasos minutos en coche del centro de Torrevieja.
Nuestra habitación era amplia, con zona de escritorio, buenos armarios y un baño bastante grande con bañera. Pero lo mejor de ella era que daba sobre la Laguna Rosa, laguna salina de gran tamaño de la que se sigue extrayendo sal y que tiene un curioso color rosado. Este fenómeno se da especialmente en verano, cuando las algas y bacterias que la habitan aumentan su ciclo reproductivo, tiñendo las aguas habitualmente verdosas de un color rosado.
La cama doble era de gran tamaño y muy cómoda, algo importante y que a veces falla en los hoteles. Incluso la supletoria de Javier tenía un buen colchón.
Tras comer en la cafetería del hotel teníamos hora en el spa. Como íbamos con peque nuestro horario sería entre las 16:00 y las 18:00, suficiente para disfrutar con bastante tranquilidad del circuito termal, no muy grande pero bien cuidado.
Como la gente tenía su turno, en ningún momento se llenó y todos podíamos disfrutar cómodamente de la piscina de chorros, el baño turco, la sauna, las duchas y demás elementos del circuito. También había servicio de masajes, pero no lo utilizamos.
No queríamos pasar por alto la visita a la azotea, donde se encuentra la piscina del hotel, además del bar Pink, ideal por la noche para tomar una copa.
Había poca gente a esa hora del atardecer en la piscina y, aunque no nos bañamos porque el agua aún estaba fría, disfrutamos del sol de poniente y de la lectura en nuestras tumbonas.
Cada vez que levantábamos la vista teníamos la maravillosa vista de la Laguna Rosa y más allá del Mediterráneo. Sin duda esta terraza de la azotea del Hotel Doña Monse es ideal para descansar y relajarse.
A las nueve y media teníamos la cena en el restaurante del hotel, El Cucharón. La carta está formada por diversos platos de cocina fusión. Elementos del Mediterráneo que conjugan perfectamente con con toques orientales.
Así el tataki de atún, las berenjenas en tempura o las croquetas de kimchi. El restaurante tiene además estupendas vistas, sí, lo habéis adivinado, a la Laguna con lo que ver el atardecer tardío de la primavera mientras se pone el sol es todo un placer añadido.
Después de cenar volvimos a la azotea para ver las vistas y aspirar ese olor a mar que tanto echamos de menos las gentes de "secano". El descanso estuvo asegurado en la comodidad de las camas y nos levantamos con el tiempo justo para desayunar.
El desayuno se sirve en la parte de cafetería de "El Cucharón" y quizás sea mejorable añadiendo elementos caseros. Un hotel de estas características debe cuidar estos detalles al igual que lo hace con muchos otros elementos.
Al acabar recogimos las maletas y nos fuimos a conocer algo del centro de Torrevieja. Pero eso ya os lo contaré en otro post.
Si queréis daros el gusto de descansar cerca del mar, en un alojamiento cuidado y con estupendas vistas, os recomiendo sin duda el hotel Doña Monse, no os defraudará.
¡Ah! y para los que tengáis mascotas, tomad nota de que cuenta con alojamiento para ellas. Todo un detalle.
Muchas gracias por la invitación a disfrutar de un fin de semana junto al mar que tan bien viene a estas alturas del curso.
Lo mejor del hotel Doña Monse: su emplazamiento tranquilo, sus vistas sobre la laguna y lo confortable y nuevo de sus instalaciones.
Lo peor del hotel Doña Monse: el desayuno, que podría mejorar en diversos aspectos.
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