5/10/17

Qué ver en Saint-Émilion: viñas, arte y paisaje

Saint-Émilion es viñas, arte y paisaje. Un paisaje único de viñedos con denominación de origen que lleva su nombre, y que pertenece a la de uno de los vinos más afamados del mundo y que la han convertido en centro turístico de los aficionados a la enología. 

Qué ver en Saint-Émilion, el pueblo del vino y el patrimonio singular




Hoy recorremos la localidad de Saint-Émilion, que resulta ser un pueblo encantador, de origen medieval y con un patrimonio que deja con la boca abierta.

Está situado a poco más de 30 kilómetros de Burdeos y es una excursión ideal para ir un día desde allí. Puedes enfocar la visita de diferentes maneras, bien como visita cultural con "marco incomparable", así hicimos nosotros, bien como visita a alguna bodega y viñedos con el pueblo de lugar secundario.

De un modo u otro la visita a Saint-Émilion os sorprenderá y es de las mejores que puedes hacer si estás unos cuantos días en Burdeos, junto con la de Pilat y su impresionante duna.
  Iglesia troglodítica en Saint-Emilion

A Saint-Émilion se puede llegar en tren, que sale unas cuatro veces al día de Burdeos, y te deja en un apeadero a 1,5 kilómetros de paseo entre viñedos, que es de lo más agradable.

De lejos ya se aprecia el enorme pináculo de su iglesia más importante, ya que el pueblo se asienta sobre un promontorio calcáreo que se ha visto poco afectado por las vicisitudes de la historia.

Es un lugar turístico, no lo dudéis, de hecho en algún momento tuve la sensación de estar en un "parque temático" ya que el centro (es decir, casi todo) está lleno de tiendas de recuerdos, de vinotecas y de restaurantes. Me recordó en este aspecto a Carcassonne, aunque hay que reconocer que como suele suceder, en cuanto callejeas un poco y te sales de la calle principal, el número de turistas mengua drásticamente.

Desde 1999 está inscrito en en el Patrimonio de la Humanidad UNESCO junto con toda su jurisdicción, por el paisaje tan singular que compone con los viñedos que lo rodean.


Letrero de entrada en Saint-Emilion


Saint-Émilion remonta sus orígenes en la historia y en época galo-romana se denominó Ascumbas. En el siglo VIII, según cuenta la tradición, un monje bretón de nombre Émilion se retiró a un bosque cercano, desde allí comenzó a evangelizar y pronto su santidad alcanzó renombre. Al morir, el lugar se convirtió en lugar de peregrinación.  Él fue quien otorgó su nombre al pueblo que hoy visitamos.

Colegiata Saint-Émilion

El centro del pueblo se sitúa en una pequeña plaza justo delante de la Iglesia Monolítica que le da su nombre. A mano derecha sube una pequeña calle, estrecha y llena de negocios a ambos lados. Por ella llegamos a la plaza que, a modo de terraza, y sobre el pináculo de la iglesia, ofrece una gran vista del pueblo y los viñedos.

A pocos pasos se encuentra la oficina de turismo, y justo a la vuelta de esta podemos entrar en el edificio de la Antigua Colegiata. En ella se instalaron en los siglos XII y XIII monjes agustinos enviados por las autoridades religiosas de Burdeos para comprobar la buena observancia religiosa en Saint-Émilion.

Iglesia de la Colegiata en Saint-Émilion


En la Colegiata podemos pasear por su bello claustro, que se remonta al siglo XII y en el que podemos observar restos de pinturas, de tumbas góticas con tracerías y, al fondo, aparece de vez en cuando el enorme campanario de la Iglesia Monolítica que luego visitaremos.

La iglesia de la Colegiata es un bonito ejemplo de la transición del románico al gótico y comenzó a construirse en 1110, con intervenciones posteriores entre los siglos XIII y XIV.

Las estancias cercanas al refectorio de la Colegiata están ocupadas por la Oficina de Turismo, aunque hay que dar la vuelta a mano derecha según salimos de ella para acceder a la iglesia.


Detalle de tracería gótica con restos de pintura


Si paseamos por esta parte alta de Saint-Émilion enseguida comprobamos que hay muy pocos turistas, parece que todos se concentran en torno a las iglesias de la parte baja. Desde luego que hay que visitarlas, pero no debemos olvidarnos de estas calles llenas de tesoros semiocultos y de edificios palaciegos que muestran la prosperidad centenaria del pueblo.

Os aconsejo perderos sin miedo por él, enseguida las pendientes de las calles os indicarán si estáis de nuevo trepando por los cerros o "tertres" que lo conforman. Estos "tertres" son los nombres que se dan a las calles empinadas que comunican la parte alta y la baja del pueblo.

Y cuando digo empinadas es que realmente lo son. De hecho, en alguna de ellas hay hasta pasamanos en el centro para que la gente se agarre, especialmente al bajar, ya que las piedras del suelo están algo resbaladizas de tanto uso.

Basta deciros que uno de esos "tertre" se llama "de los valientes": hay que serlo para bajar la empinada cuesta.


Calle de Saint-Émilion


El monumento más importante de Saint-Émilion es la iglesia Monolítica y junto con la Capilla de la Trinidad y la Cueva del monje Émilion conforman el patrimonio troglodita del pueblo. Eso sí, sólo podremos descubrirlos en visita guiada en la que está prohibido hacer fotografías, ya que son de propiedad privada.

Nosotros reservamos la visita un par de días antes de ir, desde Burdeos a través de la web de la oficina de turismo, aunque también en la propia oficina podéis hacerlo. La cosa es que merece mucho la pena porque si no, no hay manera de visitar este patrimonio singular excavado en la piedra.

Las visitas duran en torno a 45 minutos y comienzan en el eremitario o gruta de Émilion, pasa por la Capilla de la Trinidad y termina en la imponente Iglesia Monolítica, creada en el siglo XII, de la que se ve al exterior un pórtico añadido en época gótica y que tiene las cabezas de Cristo y los santos cortadas.

Ante la Iglesia Monolítica


El interior es una espectacular cavidad de 38 metros de largo y 12 de alto que parece mentira se pudiera excavar en la roca hace tantos siglos.

El gran campanario o "clocher" que es la torre que se ve de lejos a modo de gran aguja gótica, fue levantado en el siglo XII y hubo que reforzarlo en el XV. De esta manera su base se ve bastante menos delicada que la parte más alta.


Campanario iglesia Monolítica Saint-Émilion


Sea como sea nuestro recorrido, debemos parar un rato en la Place du Clocher, lo que nos llevará de nuevo a la parte alta del pueblo. Desde allí tendremos unas maravillosas vistas del lugar y de los extensos viñedos que lo rodean.

Nada mejor que esto para terminar la visita a una localidad que hunde sus raíces en la historia y en la viticultura que la ha hecho universal.


Place du Clocher


Llegar a Saint-Émilion:

- En coche desde Burdeos: por la A10 está a 29 kilómetros.

- En tren desde Burdeos: tomando el TER línea 26 a Sarlat, más o menos cuatro trenes diarios en cada dirección.

- Entrada para los monumentos trogloditas en la web de la Oficina de Turismo.

- Se pueden reservar excursiones enológicas desde la Oficina de Turismo de Burdeos.


Viñedos en Saint-Émilion

5 comentarios :

  1. Saint Emilion qué lugar con tantas remembranzas de un buen vino, parte positiva: he tomado vino del lugar, parte negativa: no lo he visitado. Pero con vuestra entrada dan muchas ganas de combinar el vino con los paisajes y monumentos de la zona.
    Saludos viajeros
    LoBo BoBo

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    1. ¡Vaya, Paco! Pues yo he tomado un poquito de vino y lo he visitado. ¡Al completo! Un lugar muy recomendable y sorprendente, sin duda.

      Un saludo.

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  2. Yo estuve hace unos años y nos quedamos sin er las cuevas eremíticas por que ya estaban las visitas completas. Una pena, aunque el pueblo en si nos encantó y además volvimos con el maletero lleno de vino ;)
    Un abrazo
    Carmen

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    1. Ja, ja...el vino de allí está realmente bueno, Carmen. Una pena lo de la visita a las iglesias troglodíticas. Son de lo más curiosas. Aunque no me gusta que no dejen hacer fotos.

      Un abrazo.

      Cristina

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  3. Qué curioso lugar... me gustó la recomendación de perderse (que aplica para cualquier lugar, ¿verdad?) aunque lo de empinado no me gusta tanto jajajaa

    Saludos!

    Ale Martinez Notte

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Muchas gracias por dejar tu comentario en Ida y Vuelta.

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