Taníamos muchas ganas de visitar Karlovy Vary. Así que en nuestro último viaje a Praga este verano, nos hemos animado a pasar un día y medio en esta ciudad. Paisaje, aguas termales y tranquilidad en una escapada que te lleva a varios siglos atrás.
Visitar Karlovy Vary, la ciudad balneario
Si te animas a visitar Karlovy Vary te recomiendo un par de cosas: que le dediques un día entero con una noche y que compruebes la ruta en autobús desde Praga. No todos los autobuses (de Flixbus) tardan lo mismo y puede ser muy pesado ir por carretera con innumerables paradas y una hora más de recorrido. Este fue nuestro caso; tardamos tres horas en llegar y luego atravesamos andando casi todo el pueblo para llegar al Grand Hotel Pupp, nuestro alojamiento.
Según una narración legendaria, Karlovy Vary fue fundada por el rey Carlos IV y se dice que el hallazgo de las aguas medicinales en su subsuelo fue casual, en una jornada de caza. Sea como sea, Karlovy Vary, el Karlsbad alemán, fue destino favorito para descansar y tomar las aguas a partir del siglo XVIII.
Junto con Marianské Lázne y Frantiskovy Lázne forma parte de una ruta declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; las tres son checas y no se encuentran a gran distancia unas de otras. Al visitar Karlovy Vary, uno tiene la sensación de haber cambiado de país. La idiosincrasia germánica está presente en cada rincón; de hecho, uno tiene la sensación de estar cerca de Viena y el recuerdo a Salzburgo es constante en muchos aspectos.
A la entrada del Grand Hotel Pupp, al que nos tenemos que acercar aunque no nos alojemos, hay que mirar al suelo. Allí están grabados los nombres de los visitantes más ilustres en baldosas, al estilo Paseo de la Fama de Hollywood. Este alojamiento singular se fundó en 1701 y, aunque ya os contaremos nuestra experiencia en él, sí que os adelantaré que aquí fueron huéspedes Beethoven y Milos Forman; Goethe y Salma Hayek.
La pastelería del Café Pupp es muy renombrada, no en vano el fundador de la dinastía del mismo nombre era pastelero. Hoy en día podemos seguir degustando su famosa tarta (recuerda a la Sacher vienesa) en el precioso escenario del café. Pura decadencia centroeuropea en una
cafetería histórica de las que tanto nos gusta visitar.
Si hay otra cosa emblemática en Karlovy Vary es visitar unos baños termales y pasear en pos de la bebida de esas aguas medicinales que tanta fama dio a la localidad. Para lo primero tendremos dónde elegir. Casi cada hotel cuenta con su propio spa, algunos están cerrados al público no alojado, pero en la oficina de turismo podremos preguntar por los balnearios disponibles. Nosotros disfrutamos de las aguas del Grand Hotel Pupp, recientemente estructurado en su spa, para el que había que reservar hora pero cuya entrada era gratuita para los huéspedes.
Tras la parada en el Café Pupp y los baños termales, nos quedan dos actividades muy de la ciudad: pasear en pos de las fuentes de agua termal y recorrer sus jardines. Lo primero es sencillo, simplemente tendremos que seguir a la multitud tranquila con sus jarritas de cerámica. Estas jarras son el recipiente ideal para sorber poco a poco la "deliciosa" agua medicinal. Las fuentes se encuentran cobijadas bajo exuberantes columnatas a cual más imaginativa.
En cada fuente pone la temperatura a la que emana el agua del subsuelo: desde más de 70 grados hasta 30. La columnata del Parque Dvorak, denominada Sadová Kolonáda (Columnata del Jardín) es elegante como pocas. Está realizada en hierro forjado decorado como si fuera un encaje exquisito. En cada lado de la columnata podemos encontrar una fuente termal. De noche, adquiere aún más magia.
La Columnata del Molino recuerda las construcciones paladianas llenas de encanto en el norte de Italia. Aquí se encuentran seis fuentes termales a lo largo de toda una composición de columnas en perspectiva que la convierten en un lugar palaciego. Desde luego, vista desde fuera, parece la entrada a un palacio o a un templo neoclásico.
Las fuentes termales pueden estar a media altura, como una fuente normal, o bien bajitas, como es el caso de algunas de la Columnata del Molino. En los paseos diurnos por Karlovy Vary las reconocíamos por las colas y las jarritas. Por la noche, es de nuevo muy recomendable recorrerlas con calma, oyendo el rumor del agua y, si nos animamos, bebiendo esta agua a la que se le suponen beneficios para el aparato digestivo y circulatorio.
El rumor del agua está presente también en la bonita
Columnata del Mercado. Se inspira en un chalet suizo y la forja del hierro, los arcos lobulados y las balaustradas delicadas, la convierten en una joyita arquitectónica muy propia del lugar. Su color blanco destaca entre las diferentes tonalidades de las casas que la rodean y es un lugar muy preciado para realizar fotografías.
Tras pasear por las Columnatas y beber agua termal podemos ir más allá de la curva del Grand Hotel Pupp, el pueblo aún no se ha acabado y nos adentraremos por caminos marcados, entre los bosques y los edificios que van surgiendo junto al río Tepla.
Donde menos te lo esperas hay un banco para admirar el paisaje o una placa conmemorativa de que aquí se inspiró tal o cual personaje; viajeros que llegaron en pos del relax, del entretenimiento del paseo con calma y de lo verde del paisaje de esta ciudad balneario que es Karlovy Vary.
Espero que os haya convencido para pasar por lo menos un día y una noche en este lugar apacible, hermoso y rodeado de naturaleza. Pasa lo mismo al
visitar Sintra, uno se siente trasladado en un viaje en el tiempo donde este corre más despacio, donde se han dejado atrás las prisas de esta época loca que vivimos.
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