13/12/18

Qué ver en Turín: 10 visitas imprescindibles

Turín ha sido la sorpresa viajera de finales de año. La capital del Piamonte es una ciudad hermosa, elegante y llena de atractivos para el viajero. Ideal para una escapada urbana de tres días o como inicio de una ruta por el noroeste de Italia. Aquí os dejo qué ver en Turín, con 10 visitas imprescindibles en esta ciudad discreta y bella a partes iguales.



Qué ver en Turín: 10 experiencias que no te puedes perder






1. La Mole Antonelliana


Símbolo de la ciudad de Turín, es una visita imprescindible tanto por fuera como por dentro. Lo que iba a ser una sinagoga con una torre importante, fue creciendo más y más hasta convertirse en esta torre algo desproporcionada pero muy interesante. 

Fue construida en 1863 por el arquitecto Alessandro Antonelli (de ahí su nombre). En su interior alberga el Museo Nacional del Cine y cuenta con una espectacular terraza-mirador desde la que ver, en días claros, toda la ciudad y los Alpes ahí al lado.

Sin duda, merece la pena subir en el tremendo ascensor hacia la terraza, un recorrido que a los que tengan vértigo se les puede hacer algo largo, pero que compensa la cola que habrá que hacer.

El Museo está muy bien montado y fue inaugurado en el año 2000, la colección de objetos anteriores al nacimiento del cinematógrafo merece por sí misma la visita. Y hay mucho más que ya os contaré en otro post y que tuvimos la oportunidad de conocer de la mano de una visita guiada con Musement.

Mole Antonelliana




2. Las galerías comerciales



Si en Milán la Galería Vittorio Emmanuele impresiona por su tamaño, en Turín podemos encontrar varias galerías, más sencillas, de diferentes épocas y también muy hermosas. 

Entre todas ellas nos gustaron especialmente dos: la primera, la Galería San Federico edificada en 1931 por encargo del senador Giovanni Agnelli como sede del periódico La Stampa. Lo más bonito de ella son sin duda los detalles art-déco que tiene y que la hacen tan elegante como la calle exterior, la preciosa vía Roma.

La segunda, la galería Subalpina es más decadente, menos elegante y además en parte estaba restaurándose, sin embargo tiene un encanto especial. Une Piazza Castello con la piazza Carlo Alberto en la que se encuentra el Palazzo Carignano. 



Galería San Federico







3. El Palazzo Carignano


Un palacio con dos caras. Una, barroca y otra neo-renacentista y bastante posterior. Cuando se quedó pequeño hubo que ampliarlo y así se construyó una segunda fachada que se vuelca de modo elegante sobre la piazza Carlo Alberto.

En el Palazzo Carignano se encuentra el Museo del Risorgimento italiano, en el que se puede aprender mucho sobre la etapa de la unificación italiana, cuando Turín fue la primera capital del entonces reino de Italia. Fue diseñado por Guarino Guarini como residencia de una rama secundaria de la casa de Saboya, gobernantes de la ciudad y futuros reyes de Italia.





4. La Piazza Carlina o de San Carlo


Sin duda uno de los espacios urbanos turineses que más me han gustado. Se trata de una plaza elegante, denominada "il salotto", el salón de Turín, que está formada por edificios palaciegos uniformes con soportales. Una estatua ecuestre de Emanuele Filiberto la preside y dos iglesias muy similares, aunque no idénticas, la limitan al sur.

En los días de Navidad está de lo más animada, con gente que va de compras, toma café en alguno de los más míticos que se encuentran aquí o mira el gran calendario de adviento que cada día abre una casilla.



5. El Museo Egizio


Tanto si te gusta mucho esta época de la historia como si no tanto, tienes que visitar este lugar excepcional. Gracias al mecenazgo de la casa de Saboya y a bastantes expediciones y compras, Turín cuenta hoy en día con el segundo mejor museo egipcio del mundo tras El Cairo.

La museilización es muy buena, didáctica gracias a diferentes recorridos, y la explicación de las piezas mediante medios digitales es adecuada a los intereses de cada uno.

Los descubrimientos realizados en Dar-el-Medina, de manera casual quizás sean lo más impresionante de este lugar. Allí, en 1906, se descubrió una tumba intacta en el fondo de un pozo. Kha y Merit, el matrimonio que allí reposaba, eran personajes importantes que contaban con un buen ajuar funerario. Hoy podemos conocer cómo era el enterramiento, los objetos que llevaron consigo y hasta un libro de los muertos de muchos metros de largo.

Este Museo Egizio es una joya que se abrió al público en 1824 y al que se fueron añadiendo objetos descubiertos a lo largo de los años hasta llegar hasta los 40.000 que conforman los fondos actuales.



Museo Egizio


6. Los cafés turineses


Ya lo había leído y visto en televisión antes de ir allí, pero Turín nos dejó con la sorpresa de su infinidad de cafés y de pastelerías. En la calle de nuestro hotel perdimos la cuenta, ya que casi cada negocio era una cafetería con pastelería propia.

Probamos el delicioso "bicerin", una auténtica bomba de café, chocolate y crema de leche batida; invento ideal para soportar el frío alpino.

Estuvimos en la heladería Peppino, justo frente al Palazzo Carignano, de procedencia napolitana y gran tradición. También nos tomamos unos contundentes postres en Baratti e Milano. Desde luego el "baratti" del nombre no tiene nada que ver con el precio real del local. Por cierto, no dejéis tampoco de tomar los "giandugiotti", bombones de avellana típicos de Turín. Están buenísimos.

Baratti & Milano



7. La Armería del Palacio Real


Las colecciones de armas no son lo que más nos interesa habitualmente, por muy históricas que sean, así que cuando hicimos la obligada visita al Palazzo Reale y sus colecciones, estuvimos a punto de dejarla atrás.

Menos mal que entramos, ya que es un espacio palaciego impresionante. Están expuestas en orden cronológico y montadas en maniquíes a caballo, por lo que las ves más o menos como debían ser usadas antaño.

Armería Real en Turín


8. La iglesia de San Lorenzo


De fachada disimulada para no ensombrecer al vecino Palazzo Reale, la iglesia de San Lorenzo es una obra maestra de Guarino Guarini.

Se inició en 1666 y la fachada es bastante posterior aunque no engaña nada la curiosa cúpula que sobresale al exterior de manera inconfundible.

Levantada como promesa de Emanuele Filiberto tras la batalla de San Quintín, lleva el mismo nombre y patrono que El Escorial. El número ocho está presente en cantidad de detalles y elementos arquitectónicos para descubrir sin prisa.

También en el interior se puede ver una copia a tamaño real de la Sábana Santa.

San Lorenzo



9. La basílica de Superga


Si el día amanece despejado, no lo dudes y visita Superga. Ya sea por razones artísticas, religiosas o paisajísticas, la visita a esta basílica barroca merece mucho la pena, especialmente en días claros.

Vista de Turín


Desde los 669 metros de altitud en la que se encuentra las vistas de la ciudad con los Alpes al fondo son impresionantes. El edificio, diseñado por Filippo Juvarra y edificado entre 1717 y 1731, durante los días que estuvimos tenía la parte religiosa cerrada, pero sí pudimos visitar el impresionante mausoleo de la casa de Saboya en visita guiada.

El entorno boscoso donde se encuentra es muy bonito y parece mentira que en un lugar así pudiera suceder la tragedia del Gran Torino, el equipo de fútbol de la ciudad, que se estrelló en el avión en que viajaba al chocar contra las paredes de la basílica cuando regresaba de un partido en Lisboa, allá por 1949. Hoy aún se recuerda el lugar de lo hechos en los muros posteriores.

Basílica de Superga



10. Las calles con soportales


No lo puedo evitar, me encantan los soportales, las calles protegidas de la lluvia y otras inclemencias y que parecen más elegantes, más recogidas con los pórticos, como se dice en italiano. Si en Bolonia nos sorprendieron sus 40 kilómetros, en Turín nos han gustado los detalles barrocos, ¡cómo no! que los decoran en chaflanes redondeados, y también con bastantes kilómetros de recorrido.

Calles con soportales en Turín


Y hasta aquí mis 10 cosas que no hay que perderse en Turín. Pero, como no podía ser menos cuando se visita una ciudad en los días previos a la Navidad, tengo que mencionar las llamadas Luci d'Artista que iluminan de manera muy original varias de las calles del centro histórico.

Me parece genial la idea de que distintos artistas contemporáneos iluminen de manera diversa las calles; en algunos casos cuentan una historia, en otros una pareja se unen formando un arco etc. Un modo singular de celebrar la Navidad. Entre todos los lugares, una vez más, destaca la Mole, este año de azul con multitud de brillos.

Una bonita forma de terminar el artículo. Os aseguro que Turín merece mucho la pena, ¿a que sí?.


Navidad en la Mole Antolleniana



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