La Royal Mile de Edimburgo en blanco y negro
En todo viaje a Escocia no puede faltar un recorrido por una de las calles más bonitas del mundo.
Ante el reto planteado por Jordi de Milviatges de escribir un post con fotografías en blanco y negro, enseguida me acordé de Edimburgo. No sólo porque los días que pasamos allí en su mayoría fueron grises (aunque también salió el sol), sino porque el Edimburgo amable de la Royal Mile que ahora vemos debió ser en blanco y negro durante los duros siglos en los que la población de la ciudad se agolpaba en sus 1.609 metros de largo.
Hoy damos un paseo en blanco y negro desde Castle Rock y su imponente Castillo hasta el Palacio de Holyrood.
Castillo de Edimburgo sobre la imponente mole del antiguo volcán. |
Comenzamos el paseo en la explanada del Castillo, desde la que además tenemos una vista impresionante de la Royal Mile que baja sinuosa, llena de visitantes y locales y rebosante de historia en cada acera.
El Castillo es una visita larga que bien merece un post por sí mismo y por todos los acontecimientos históricos que en él se dieron. Si podéis, dedicadle una mañana soleada, con tiempo suficiente para recorrer sin prisas sus baluartes y contemplad la magnífica vista que proporciona hasta el puerto de Leith.
La Royal Mile que de aquí parte se llama en este primer tramo Castlehill y nos hace pasar por lugares tan curiosos como el Museo del Whisky Escocés, la Outlook Tower con una cámara oscura para contemplar la ciudad o el Hub, antigua iglesia hoy desacralizada y sede del famoso Festival de Edimburgo.
Uno de los típicos callejones de la Royal Mile. Por ellos se accedía a las viviendas. |
En el tramo de Lawnmarket se encuentran las casas más bonitas y regulares de la calle, entre ellas Gladstone´s Land, vivienda de comerciantes del XVII que muestra la distribución de las clases sociales en elinterior de los estrechos edificios y que puede visitarse periódicamente. El interesante Museo de los Escritores, dedicado a Walter Scott, Robert Burns y Stevenson, está a escasos metros de la Royal Mile, atravesando un callejón y en un patio lleno de historia.
A cada poco, llama la atención del visitante la cantidad de "closes" (callejones) que hay: estrechísimos pasillos entre las viviendas a los que daban las salidas a la calle y por los que aún hoy se accede a ellas. Unos 66 closes siguen existiendo hoy en día con nombres relativos a profesiones o lugares de la Royal Mile: así el callejón del Mercado de Pescado o el de los Abogados.
Detalle de la fachada de St. Giles con estatuas de reformadores. |
High Street es la parte de la Royal Mile más transitada, más fotografiada y más famosa. En ella encontramos la catedral de St. Giles, edificio del siglo XV reformado posteriormente en el siglo XIX y, valga la redundancia, sede de los reformadores de la Iglesia de Escocia con John Knox a la cabeza.
Tres puntos de interés que debemos observar en los alrededores de la catedral son: la estatua de Hume, el gran filósofo cuyo dedo del pie brilla por tocarlo tanto los estudiantes en busca de buena suerte en los exámenes; el llamado Corazón de Midlothian, adoquines con forma de corazón que evitarán pisar los escoceses que pasan por allí y al que se suele escupir en busca de suerte en el amor, y por último la Cruz de Mercado, lugar tradicional de ajusticiamiento público y de lectura de proclamas y anuncios de interés.
La Royal Mile a la altura de High Street. A la derecha torre de Tron Kirk. |
Sorprende llegando ya a la intersección con SouthBridge Street, una torre gótica y una iglesia con aspecto un poco abandonado. Se trata de Tron Kirk, construida en 1630 por los presbiterianos cuando tuvieron que abandonar St. Giles. En la actualidad está desacralizada y en ella se celebran algunas actividades del Festival.
Estuvimos en Escocia durante los días del referéndum y nos llamó la atención lo apacible de la situación en Edimburgo. Allí cada uno daba su opinión o exponía sus argumentos en la calle sin acritud y del mejor talante imaginable. En plena Royal Mile había dos gaiteros, uno independentista y otro unionista a pocos metros uno del otro, y todos tan campantes y lejos de la visceralidad propia de nuestras tierras.
Edificio de la iglesia de Canongate. |
En el tramo de Canongate, ya con mucha menos gente, destacan dos edificios en nuestra ruta hasta Holyrood Palace. Uno es la casa del reformador John Knox. Es la más antigua de la ciudad y data de 1450, durante unos años de la década de 1560 fue el hogar de este predicador reformista que murió aquí. Un poco más adelante la iglesia de Canongate da nombre a esta parte de la Royal Mile, que era un distrito independiente propiedad de los canónigos de la abadía de Holyrood (de ahí su nombre).
Fachada de Holyrood. |
Al final de la Royal Mile llegamos a la otra residencia real que da nombre a la calle: el palacio de Holyrood. Construido sobre los restos de una abadía en 1498, fue testigo de intrigas y de sucesos trágicos como el asesinato del secretario de María Estuardo. En esta primera y espero que no última visita a Edimburgo, nos quedó pendiente un recorrido por este palacio, ya que llegamos cuando estaban a punto de cerrar.
Justo enfrente se levanta la polémica, no me extraña, edificación que alberga el Parlamento Escocés. Se inauguró en 2002 y es obra de Enric Miralles. No es que me disguste el edificio, pero cuando menos es chocante al haberlo situado en un entorno histórico como este.
Si el paseo por la Royal Mile es absolutamente imprescindible en cualquier visita a Edimburgo, contemplar la vista que de esta histórica calle hay desde los jardines de Princes (ya en la Newtown), cambia los esquemas y los amplía.
Vista de los edificios de la Royal Mile desde los jardines de Princes. |
Veremos edificios que son pequeños en altura en la Royal Mile, pero que bajaron y bajaron para acoger más habitantes. Veremos más casas, muchas más de las que parece cuando paseamos por la calle principal de la ciudad y sobre todo tendremos la visión de lo que pudo ser Edimburgo en aquellos años de blanco y negro.
Si quieres saber dónde alojarte en Edimburgo aquí te dejo un enlace interesante:
Hotel Apex Waterloo Place, a cinco minutos andando de la Royal Mile.
Estupenda entrada!
ResponderEliminarUna ciudad que fue una auténtica sorpresa para mi. Sabía que era bonita, pero no tanto!!! La has descrito con mucho gusto. Y me ha encantado saber que allí sí que era posible discutir tranquilamente sobre el devenir de la nación. Estupendo post. Te añado a mis links de Viajar en blanco y negro!
Hola Jordi, muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado. Edimburgo también fue una sorpresa agradable para mi. Tiene el encanto de lo antiguo, de lo universitario y de lo que ha evolucionado en el tiempo. Un lugar ideal para el tipo de visita que más me gusta: el histórico-artístico. Su intrahistoria es además dura y como digo yo en blanco y negro. En nuestra época tiene mucho más color, pero en los duros años de la Edad Moderna, cuando vivían hacinadas en la Royal Mile unas 200.000 personas debía ser terrible.
EliminarUn gusto pasearla y disfrutarla. Volveremos, no hay duda.
Un saludo.
Cristina.
El otro día vi un documental sobre esta ciudad. Verlo en tus fotos sin color me muestra una ciudad similar a la que vi en ese programa pero más oscura y triste. Edimburgo nunca me ha llamado pero tu post lo tendré en cuenta el día q me decida a visitar la capital de Escocia. Un abrazo
ResponderEliminarEdimburgo no es tan triste como sale en estas fotos que seleccioné. Posiblemente lo fuera durante la época que estaba aprisionada entre las murallas y su vida se ceñía al espacio de la Royal Mile. Los días que estuvimos, que fueron cuatro, estuvo nublado casi todo el tiempo y también salió el sol otro día que la convirtió como por arte de magia en un lugar de cuento. Merece la pena acercarse hasta allí, es una ciudad llena de historia y de pequeñas historias que te hacen comprenderla...como todos los sitios interesante. Además, la oportunidad de conocer y disfrutar los paisajes de Escocia hace que aún sea más interesante volar hasta allí.
EliminarUn abrazo.
Cristina.