Llegamos pronto a Oxford, a las diez de la mañana y aunque en un principio teníamos previsto hacer una visita guiada a pie de dos horas, finalmente se canceló, así que decidimos apañarnos nosotros partiendo desde la oficina de turismo.
Un día en Oxford: un paseo por el Oxford universitario
Allí nos informaron de que era un día de "puertas abiertas" lo que no significaba que fueran gratis los accesos a los numerosos colleges, sino que estarían abiertos muchos más de los habituales y que podríamos entrar en recintos que normalmente no están accesibles para visitantes.
En el breve tiempo que llevábamos en Oxford, simplemente de ver los impresionantes exteriores sufrí un pasajero "mal de Stendhal" y pretendía "visitar todos los colleges" en un sólo día. En fin, cosas que pasan. Ya más tranquila tras tomar un café, comenzamos las visitas por Balliol College, que está justo frente a la oficina de turismo, y que tiene una fachada pequeña y coqueta.
Tras esa entrada se suceden patios góticos, explanadas verdes con bancos y flores y estancias tan bonitas como la del comedor. Vamos, un lugar que incita al estudio y a la lectura. Dan ganas de quedarse allí para convertirse en experto en alguna materia de humanidades.
Justo frente al Balliol, en la misma Broad Street, se encuentra el Sheldonian. Se trata de una de las primeras obras del gran arquitecto Christopher Wren y es en la actualidad sala de conciertos y también lugar de celebración de la universidad. Este edificio circular es rodeado por un montón de bustos que rematan la verja que lo protege y que son copias de las originales de Wren (a su vez copias de obras romanas).
The Sheldonian y la Facultad de Teología. |
Con ocasión de la jornada de puertas abiertas pudimos entrar en la sala distribuida en gradas de madera, con el sillón del rector en el centro y un magnífico techo pintado con el triunfo de las artes y las ciencias.
Justo a la vuelta del edificio Sheldonian vimos una puerta por la que entraba la gente y allí que nos fuimos; era el acceso al Old School's Triangle, un patio magnífico dominado por la Torre de los Cinco Órdenes (por los clásicos órdenes de la arquitectura) y del que parten los accesos a la biblioteca Bodleian y al Divinity School o Facultad de Teología. En esta última se encuentra una de las salas más bonitas que he visto nunca, con un techo en abanico gótico lleno de alusiones a los donantes que la financiaron y a un montón de personajes bíblicos.
A pocos pasos de este lugar se encuentra el edificio más bonito de la ciudad (para mi gusto): la Cámara Radcliffe. En la actualidad es parte de la biblioteca Bodleian. En un inicio se construyó para acoger la biblioteca del doctor John Radcliffe, consejero de la reina Ana. Hoy en día llaman la atención sus proporciones mesuradas y su planta circular. Una lástima que no se pudiera visitar por dentro. Igual nos sucedió con dos colleges cercanos, el Brasenose (fundado en el siglo XVI) y el All Souls, que pudimos admirar a través de su verja de entrada. Este último no tiene estudiantes universitarios, sino de postgrado.
La Cámara Radcliffe, mi edificio favorito de los que vi en Oxford. |
Tras callejear bajo el Puente de los Suspiros encontramos el callejón de St. Helen donde nació Jane Burden, musa y modelo de los artistas Prerrafaelitas, y donde se sitúa la taberna Turf junto a los restos de la antigua muralla.
Pronto salimos a la High, arteria principal de Oxford y en la que nos encontramos, casi de casualidad, con el magnífico Magdalen College al final de la calle.
Hay otros colleges más famosos en Oxford y será por algo, pero éste quizás fue el que más me gustó por su combinación de parques espléndidos (en uno de ellos pastaban los ciervos a lo lejos), sus caminos bucólicos junto al río Cherwell, sus claustros y, sobre todo, su magnífica capilla. Desde la terraza de la taberna se pueden ver las famosas bateas con pértigas para ayudar a deslizarse en el agua del río en tranquilos paseos tantas veces vistos en el cine o leídos en estupendos libros.
Magdalen College y sus espacios enormes y verdes. |
Desde este precioso college nos fuimos caminando junto al Jardín Botánico y dejando a un lado el Christ Church Meadow para acercarnos, precisamente, al más famoso edificio de Oxford. El college de la Iglesia de Cristo estaba cerrado por ser la hora de almorzar, así que decidimos hacer tiempo comiendo en un pequeño bistrot dedicado a Alicia, personaje "oxfordiano" por excelencia y famoso en todo el mundo gracias a Lewis Carroll, que fue profesor en Christ Church College.
Fundado en 1525 por el todopoderoso cardenal Wolsey, estaba hecho a su imagen y semejanza, es decir, buscando toda la magnificencia posible para convertirlo en el más impresionante. Tras caer en desgracia poco después, Enrique VIII se hizo con el control del mismo y dejó su impronta en diversos lugares del college como en la capilla, que pasó a ser catedral de Oxford (algo único en el mundo).
Christ Church y sus múltiples e impresionantes estancias. |
Se trata, sin duda, de un magnífico lugar que merece ser visitado con calma (y que no es nada barato: nueve libras cada entrada) para disfrutar de su Tom Tower, torre octogonal que marca la entrada, su impresionante salón (imprescindible por su belleza y sus recordatorios cinematográficos), su escalera con bóveda de abanico y su capilla-catedral. En esta además ofrecen a los niños un completo juego de pistas para ir descubriendo mientras la visitan y admiran animales, grutescos y hasta vidrieras prerrafaelitas de Burne-Jones.
Tras la visita a Christ Church poco quedaba para hacer, ya que estaban a punto de cerrar casi todos los lugares interesantes, así que nos volvimos caminando por la High tranquilamente y aún pudimos admirar la iglesia de St. Mary the Virgin, iglesia oficial de la universidad, y entrar en el mercado (que estaba cerrando sus puestos justo en ese momento). Pocos lugares transmiten tanto el buen hacer universitario, salvo por ejemplo el Trinity College, imprescindible si vas a recorrer Dublín en 2 días, o la Universidad de Salamanca y su edificio histórico.
Era un día fresco y ventoso, así que agradecimos la visita a Waterstone's, la librería que hace chaflán en la High y que cuenta además con una cafetería desde la que admirar el bullicio tardío de Oxford.
Poco después, nos encaminamos a la estación para volver a Londres tras un día pasado entre verdes prados, salas góticas y mucho, mucho saber. Por cierto, volveremos a Oxford para disfrutar con más tiempo y calma del lugar... ¡seguro!
Flores de Oxford. |
Buenos recuerdos Cristina. Ganas de regresar esta vez con mis hijas. En nuestra escapada a Londres no nos dio tiempo. Buena excusa para regresar ;)
ResponderEliminarPerfecta excusa, Marina. Yo me lo apunto como pendiente para regresar algún día no lejano y quedarme más tiempo. Se me hizo corta la estancia.
EliminarUn abrazo.
Cristina.