Tallinn es una de las ciudades con más encanto de Europa. En el verano de 2007 la visitamos después de pasar unos cuantos días en Estocolmo y nos alojamos en el Merchants House Hotel.
Fue un viaje estupendo y muy recomendable y además el primero que hacíamos con nuestro peque, que por entonces tenía 10 meses.
Si siempre he mirado y remirado las ventajas y desventajas de los alojamientos que elegimos en los viajes, en aquella ocasión lo hice con especial cuidado y algo temerosa, todo hay que reconocerlo, ya que buscábamos localización y comodidad al ir con un bebé.
Las dos cosas las cumple perfectamente este bonito alojamiento en pleno centro de la ciudad medieval.
Se sitúa entre dos edificios históricos de los siglos XIV y XVI repletos de pasillos y vericuetos, lo que a veces puede dificultar el acceso a algunas dependencias. A cambio, la posibilidad de disfrutar de un lugar singular es realmente curiosa cuando se descubren vigas originales, pinturas insospechadas y salas que no te esperas al doblar la esquina.
Nuestra habitación era grande, aunque tenía una distribución un tanto extraña, con mucho espacio en la entrada y al fondo el dormitorio con una amplísima cama que recuerdo muy cómoda. Daba a un patio interior, por lo que además era muy tranquila.
Estaba decorada en tonos cálidos y, como el resto del edificio, aprovechaba los elementos constructivos originales con todo lo moderno en cuanto a confort y servicios como albornoces, zapatillas, hervidor de agua (muy útil con bebés), artículos de baño, etc. En definitiva, lo necesario para estar cómodos en un lugar muy especial.
El desayuno, incluido en el precio de la habitación, se sirve en los sótanos, en el restaurante que sorprende con sus paredes de piedra y su ambiente misterioso. Agradecimos su variedad, después de unos cuantos días de desayuno sueco.
Algunos dormitorios tienen salida directa al patio, lo que es realmente agradable en las noches de verano. Para los amantes de la decoración y de las antigüedades ir descubriendo los diferentes detalles del hotel es una aventura a la vez que da independencia y te sientes como en tu propia casa, ya que hay muchas salas en las que descansar después de un día pateando la ciudad.
La Raekoja Plats (Plaza del Ayuntamiento) se encuentra a apenas cincuenta metros, con lo que la situación en el mismísimo centro de la Tallinn histórica está garantizada. El precio, teniendo en cuenta todo lo dicho, es también bastante razonable.
Así pues, si piensas viajar a Tallinn, ten en cuenta este pequeño hotel (de sólo 37 habitaciones), céntrico, cuidado y con mucho, mucho encanto.
Lo mejor del Merchants House Hotel: su situación en pleno centro de Tallinn y su localización en edificios históricos.
Lo peor del Merchants House Hotel: al estar en esos edificios históricos la distribución de las habitaciones y el no tener ascensor puede ser un poco incómodo.
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