Segura de la Sierra ha sido una de las sorpresas viajeras de los últimos tiempos. Este pequeño pueblo situado en el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, en la parte jienense de Segura, está relativamente cerca de Albacete.
El último fin de semana de mayo tuve la oportunidad de conocer esa zona de sierra y verdor, invitada por la Diputación de Jaén con motivo del festival Música en Segura. Fueron unas horas intensas de paisajes, historia, naturaleza y mucha música.
Tomando la Nacional 322, pasando por Alcaraz, un poco más allá, entramos en Jaén y sólo nos queda desviarnos por carreteras sinuosas y solitarias para adentrarnos en el valle ancho y fértil en el que se encuentra Segura, brillando desde lejos con su color blanco y su castillo.
Segura de la Sierra sorprende por su emplazamiento entre riscos escarpados y por una historia riquísima que mezcla conquistas con poesía y caballeros. Allí, en 2013, tuvo Daniel Broncano, joven y gran clarinetista español afincado en Londres, la idea de realizar un festival de música.
Su pueblo es Orcera, justo al lado de Segura, y quiso dar a conocer este rincón único de Jaén a través de la música, que es su vida. Desde 2014, pues, tiene lugar Música en Segura, un festival único por su emplazamiento, por la calidad y variedad de los artistas que en él participan y, sobre todo, por la singularidad de las localizaciones concertísticas.
Acostumbrada a salas de conciertos, teatros e iglesias, sólo puedo recordar con gusto el corto fin de semana en el que disfruté del paisaje (con cierto calor, es verdad) de la Sierra de Segura mientras escuchaba estupendas interpretaciones. ¿Se puede pedir más?
Llegué a Beas de Segura procedente de Albacete en el autobús de línea y allí me recogieron para acercarme a mi alojamiento, el Cortijo de Ramón. Por la carretera tuve oportunidad de ver a un zorro que huía y a diversas aves que volaban planeando por el valle.
Mi alojamiento, confortable y en un entorno serrano único, me permitió descansar hasta que una fuerte tormenta me despertó. Duró tanto rato que pensé que se tendría que suspender el primer concierto al que iba a asistir; no fue así y desde lo alto del Parque del Obispo pude escuchar el precioso concierto de cámara que tuvo lugar.
El Dudok Kwartet de Amsterdam tocó sendos cuartetos de Mendelssohn y Schubert mientras el horizonte iba cambiando de tonalidades según se acercaba la puesta de sol. Bajo una amplia sombrilla se situaban los músicos, ante la posibilidad de lluvias que no volvieron, y el público llenó el parque en terraza disfrutando de la música del Romanticismo y del paisaje único.
Coincidiendo con el momento en el que el sol se ocultaba escuchamos los últimos compases de Mendelssohn y sólo había que levantar un poco la mirada para disfrutar del mejor de los escenarios.
Tras una estupenda cena en el restaurante El Mirador de Peñalta, donde me reuní con otros bloggers que venían de Madrid, nos fuimos todos al que sería el segundo concierto del día: el recital del cantautor argentino Gabo Ferro. Singular poeta de canciones diferentes que en el marco de la antigua iglesia de los Jesuitas sonaban en un ambiente íntimo.
La mañana del sábado fue intensa y amaneció con el sol radiante propio de mayo y las temperaturas elevadas de una primavera que parece verano.
Tras desayunar en el Cortijo de Ramón nos encaminamos hacia Las Acebeas, donde a las diez en punto arrancó el Paseo Musical. Tal y como nos contó Daniel Broncano, a Beethoven le gustaba pasear por los bosques de Viena mientras le daba forma a su música. Esa mañana, el Dudok Kwartet, con dos músicos más, dio forma a la Sinfonía "Pastoral" en el mejor entorno posible.
En un arreglo para sexteto de cuerda pudimos escuchar la preciosa sinfonía número 6 mientras recorríamos, primero con sombras y luego más al sol, el camino hacia Navalperal, uno de los paseos más hermosos de todos los que se pueden hacer en Segura de la Sierra.
Cada movimiento tenía lugar en un escenario diferente al que accedíamos por un camino entre acebos, y según subíamos las vistas se hacían cada vez más impresionantes. Recuerdo que en el primer movimiento unos cuantos pájaros revoloteaban trinando a la vez que las voces de la cuerda en una amalgama singular.
En el último movimiento el sol era tan fuerte que voluntarios de la organización tapaban a los músicos con paraguas. Buscando la sombra se disfrutaba mucho de la música en una versión singular y camerística de una de las sinfonías beethovenianas más conocidas y bellas.
Tras comer en el cortijo de uno de los voluntarios de la organización, que compartió con gran cantidad de personas sus viandas y las vistas (otra vez) verdes de la Sierra, nos fuimos a hacer tiempo al pueblo antes de la visita al Castillo.
El calor era intenso y la hora temprana, así que nos tomamos un café y helado en uno de los bares del pueblo y antes de las 5 nos marchamos a conocer el Castillo que domina el valle y es emblema de Segura de la Sierra.
Recientemente recuperado tras años de abandono, merece un recorrido tranquilo en otro post, aunque diré que Mercedes, nuestra guía, nos lo enseñó perfectamente, situándonos en épocas de fronteras allá por el siglo XIII, cuando la existencia de estas fortalezas era obligatoria para la seguridad y comunicación entre localidades lejanas pero conectadas.
Las figuras de Rodrigo Manrique, comendador de Castilla y de su hijo el famoso poeta renacentista y segureño, Jorge Manrique, tienen cumplido recuerdo en la visita al Castillo de Segura. Fue curiosa la sensación de pisar la tierra de un poeta tan estudiado durante la infancia y del que resuenan las "Coplas a la Muerte de su Padre" en la memoria de tantos de nosotros.
Si esta visita llena de historia y poesía fue muy interesante, no lo fue menos la siguiente: el embalse de El Tranco nos esperaba para mostrarnos un paisaje único en el barco solar que lo recorre desde hace poco tiempo.
De la mano de Nattule y de Alejandro, guía en el centro de ocio de El Tranco, pudimos disfrutar de un entorno singular, avistar gamos, conocer dónde rodó Félix Rodríguez de la Fuente alguno de sus episodios más famosos de "El Hombre y la Tierra" y conocer más puntos de la historia, la biología y la geología del lugar.
Desde luego esta visita es el complemento perfecto en una estancia en el Parque Natural de Segura, Cazorla y las Villas, y en nuestro caso nos permitió refrescarnos con la visión del agua y aprender mucho de cosas algo ajenas al turista urbanita.
Tras cenar opíparamente en La Tiná, en Cortijos Nuevos, otra población cercana a Segura, nos fuimos a terminar el día con un concierto de jazz en la iglesia de los Jesuitas.
El Albert Sanz Trío ejecutó un gran programa variado y de calidad de su último disco "Mediterraníes". Hasta el gran Bach estuvo presente en una adaptación jazzística. Una vez más el entorno, eclesial en este caso, favorecía la intimidad necesaria para un concierto de este tipo y por la noche.
Este fue mi último concierto en Música en Segura. Al día siguiente temprano volví para Albacete con la sensación de haber conocido una pequeña parte de un entorno natural único y cercano a mi tierra y de haber gozado de la música de una manera diferente a cualquier otra.
Gracias por la posibilidad de ese día y medio de naturaleza y música en un festival que merece continuar para disfrute de todos.
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