13/7/17

Hotel Atalante Relais Thalasso et Spa, Sainte-Marie-de-Ré

Si lo que buscas es descansar junto al mar, en la costa oeste francesa y en un sitio lleno de encanto, no dudes que tu lugar es el Hotel Atalante Relais Thalasso et Spa. Está situado en el pequeño pueblo (como todos los de la isla de Ré) de Sainte-Marie-de-Ré y, aunque algo alejado del glamour de Saint-Martin, esto le permite ser más auténtico, más tranquilo y en definitiva un lugar ideal para desconectar.

Hotel Atalante Thalsso, habitaciones hacia la playa



En nuestra ruta de diez días por el oeste de Francia teníamos claro que queríamos pasar algunos días tranquilos junto al mar. Nos lo merecíamos tras un verano algo fatigoso, y como tuvimos que trasladar el viaje previsto en julio al mes de septiembre, casi nos salió a cuenta, porque fue más barato el alojamiento en este hotel.

Lo mejor del Hotel Atalante es que está junto a la playa, una playa de arena con dunas y que al atardecer se llenaba de aves variadas. Una playa, eso sí, atlántica y de agua fría pero que nos permitió disfrutar de unos atardeceres impresionantes.

Habíamos reservado meses antes de viajar; antes de saber que la selección española de fútbol también lo eligió para descansar en la Eurocopa 2016 y mucho antes de saber que no podríamos ir en julio. Así que cuando los planes se desbarataron y cambiamos fechas, nos alegró saber que en septiembre, a mediados, aún había sitio.

Llegamos a la isla de Ré procedentes de Burdeos. El trayecto en tren lo hicimos hasta La Rochelle, una preciosa ciudad que visitamos durante una de nuestras jornadas en la Isla, ya que sólo hay que coger un autobús de línea y cruzar el puente que une al continente.

El traslado desde la estación fue algo más tedioso, ya que el bus nos dejó con las maletas en un apeadero por donde pasaba una furgoneta cada hora y te acercaba al hotel (hasta cierto punto, a unos 200 metros, aún). Así que recomiendo, aunque sea más caro, tomar un taxi desde la estación y llegar directamente. Pudimos perder buenamente casi dos horas, a mediodía y con hambre antes de "desembarcar" en el alojamiento.

Hotel Atalante Relais Thalasso nuestro cuarto


Nuestra habitación daba a la parte trasera, más tranquila y más asequible; era amplio, con sofá cama para Javier, gran cama para nosotros y muchos detalles marineros en la decoración. La cama supletoria no nos la cobraron (lo que a veces va siendo un lujo) y aunque no inmensa, la habitación tenía un buen tamaño para abrir las maletas cómodamente.

El cuarto de baño era amplio, recientemente renovado (como todo el hotel) y con productos de acogida de talasoterapia y de estupendo olor.

Una puerta daba directamente a un campo de maíz que protegía de las miradas curiosas la pequeña terraza que cada habitación tiene. La tranquilidad, la brisa marina y el sosiego estaban garantizados en este hotel, hecho para el descanso y la relajación.

Como habíamos llegado a horas intempestivas el restaurante estaba cerrado, pero la chica que estaba en recepción tuvo muchos y buenos reflejos, y llamando a la cocina, nos prepararon unos bocadillos de jamón y queso con el pan que había sobrado del desayuno. Nos pareció todo un detalle.

Hotel Atalante Relais Thalasso salón


Otro de los puntos fuertes del hotel es sin duda su zona de talasoterapia. Se sitúa en un edificio aparte al que se llega por un túnel desde el alojamiento. Por lo que te pones el albornoz en la habitación y a pasear por pasillos largos hasta que llegas a las escaleras de acceso.

Estaba increíblemente frecuentado a todas horas y nosotros lo utilizamos casi cada día para bañarnos en la piscina interior de agua salada y en la exterior que daba a la playa y a una vista relajante del Atlántico.

Hotel Atalante Relais piscina exterior y edificio de tratamientos


El único "pero" fue quizás que no tenía un horario muy amplio, así que había que ir relativamente pronto para disfrutarlo con calma.

El atardecer fue sin duda el momento en el que más disfrutamos de alorjarnos en este hotel. Salíamos en torno a las ocho y media de la tarde, cuando veíamos que la luz empezaba a menguar. El fresco se notaba enseguida, aunque hubiera hecho calor de día, pero no importaba.

El lujo de ver ponerse el sol tiñendo el cielo de rojos, con el mar al lado, de ver pájaros que acudían a la playa a esa hora e incluso divisar un faro o barcos a lo lejos desde un banco muy bien situado, no tenía precio.

Hotel Atalante Relais Thalasso vista al atardecer


El aspecto gastronómico estaba bastante cuidado; aunque, eso sí, no es nada barato. La presentación de los platos es estupenda y las cantidades buenas. Solamente cenamos una noche, aunque desayunamos las cuatro mañanas en un entorno único, ya que el comedor está en una especie de caja de cristal por la que ves el mar en casi cualquier dirección que mires. Otro lujo más.

Así que, si estáis buscando un lugar para desconectar en la preciosa Isla de Ré, este hotel cumplirá vuestras expectativas.

Lo mejor del Hotel Atalante Relais Thalasso Spa: la localización junto al mar en una zona tranquila de la Isla.

Lo peor del Hotel Atalante Relais Thalasso Spa: que si no estás avisado de tomar un taxi, llegar cargado puede ser algo complicado. Luego, moverse por la isla no tiene misterio, en bici o en bus es de lo más fácil.

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