25/1/21

Parador de Toledo

El Parador de Toledo ha sido nuestro último hotel de 2020. Y la verdad es que no pudimos elegir mejor. Habitualmente nos alojamos en el casco histórico de la ciudad cuando vamos de turismo por allí, pero en esta ocasión, casi todos los hoteles de Toledo se encontraban cerrados por el dichoso COVID.

Así pues, decidimos conocer de primera mano este Parador y la experiencia nos encantó, así que posiblemente repetiremos en ocasiones futuras.                                                                                                                                                                                                                                                                           


Dormir en el Parador de Toledo


Llegar al Parador de Toledo es sencillo tomando la ronda sur y estando un poco atentos a las señales. Una vez tomada la salida hay que tener paciencia mientras atravesamos con muchas rotondas una zona residencial que pasa incluso por uno de los hospitales. Poco después, a mano derecha sale el desvío en cuesta hacia el Parador. 

El gran aparcamiento adoquinado nos permite dejar el coche más o menos cerca de la entrada del edificio. Este está realizado en ladrillo visto y mampostería, y la cara que da al parking presenta sólo una planta, mientras que la que da a la ciudad salva el desnivel del terreno con más pisos.

Se encuentra en la zona de los Cigarrales a pocos pasos de la ermita dedicada a la Virgen del Valle. Y, precisamente, esta localización algo alejada del Casco hace que posea las mejores vistas de la ciudad. Por lo menos de la vista más tradicional de la misma. 




Parador de Toledo, vista


Los días que hemos estado alojados en él, al ser en plenas vacaciones navideñas, el porche de entrada discreto y sencillo estaba bellamente adornado con iluminación sutil que servía de guía en la negrura de la noche. El recorrido de acceso al Parador de Toledo es algo complicado desde el centro si no conoces la ruta y es fácil equivocarse. El primer día así nos pasó a nosotros, el segundo elegimos coger un taxi ya que íbamos a cenar en un restaurante y queríamos estar con la tranquilidad de poder tomar un vino o una copa sin problemas. 


Parador de toledo entrada


Nada más cruzar la discreta puerta de madera encuentras la recepción a mano derecha y provista de todas las medidas de seguridad e higiene necesarias a día de hoy. Entras, de repente, en un entorno de lo mas confortable muy logrado gracias a la decoración en tonos cálidos, las maderas del techo y, como siempre, Toledo presente en la gran cristalera de la cafetería.

El Greco también tiene un importante protagonismo en el vestíbulo del Parador de Toledo ya que en la pared granate destaca la copia del Apostolado que podemos admirar en el Museo de El Greco de la ciudad.

En Navidad, además, se decora con un pequeño Belén, un árbol y distintas flores de pascua dándole esos tonos que tenemos tan unidos a las fiestas. Una escalera de madera une el vestíbulo y la zona de recepción con la primera planta.


Parador de Toledo vestíbulo


Toda esa hilera de habitaciones cuentan con la maravillosa vista toledana y, además con la posibilidad de disfrutarla tranquilamente desde el balcón de la habitación. La nuestra estaba decorada con los tonos cálidos que encontramos en todo el alojamiento, un pequeño dosel sobre la cabecera de nuestra cama y un sofá cama como supletoria.

En la entrada de la habitación se sitúa el baño con bañera de hidromasaje, wáter y bidé separados del resto y un montón de productos de acogida. Justo al lado del baño se encuentra un buen armario y la zona para dejar el equipaje. Las vigas vistas decorativas, las contraventanas de madera y el suelo de barro le proporcionan una calidez que es muy de agradecer cuando visitas Toledo en pleno invierno.


Parador de Toledo habitación


Siguiendo el pasillo que hay junto a la recepción se llega a la zona de la piscina donde debe ser un verdadero gusto descansar en el verano toledano. Un buen número de habitaciones dan sobre esta zona y algunas cuentan, incluso, con acceso directo al jardín, algo que puede ser muy útil si viajas con niños. 

Como no puede ser menos, el aspecto gastronómico se encuentra bien resuelto entre la cafetería (para algo más ligero e informal) y el bonito restaurante, decorado en tonos verdes en el que además, se sirve el desayuno con vistas inmejorables a la ciudad.

La carta del Parador de Toledo es amplia e incluye productos como la perdiz estofada a la toledana, las migas de pastor, el lomo de bacalao o el lomo de ciervo. En el apartado dulce no pueden faltar los mazapanes y los quesos con miel. 

El desayuno, que está perfectamente adaptado a las normas anti-COVID, cuenta con una selección de dulces de la zona (he echado de menos algunos habituales de los conventos toledanos), embutidos, frutas, cereales, zumos etc.

El personal del restaurante y cafetería no puede ser más amable, algo que es especialmente reseñable en esta época que nos ha tocado vivir y en la que se agradece el doble una sonrisa.


Parador de Toledo restaurante


Si próximamente tienes la suerte de poder viajar a Toledo, te recomiendo sin duda que te alojes en este Parador confortable, discreto y con unas vistas espectaculares.


Lo mejor del Parador de Toledo: sus vistas.

Lo peor del Parador de Toledo: que es fácil despistarse de noche cuando se accede a él sin tener muy claro el camino. 
 

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