Un paseo por la calle de las Úrsulas
Recibe su nombre del convento de las monjas Franciscanas de la Anunciación, llamadas comúnmente las Úrsulas. Este edificio religioso fue fundado en 1490 por el arzobispo de Santiago, Alonso de Fonseca, con la finalidad de acoger su tumba. Ésto fue causa de disputa con teólogos de la universidad, debido a la magnificencia del interior de la iglesia, que contravenía la norma de austeridad franciscana. Así, el convento de las Úrsulas pasó a depender del arzobispado de Santiago de Compostela y no del de Salamanca.
Desde la calle de las Úrsulas lo que más llama la atención es el enorme ábside poligonal, que parece más una torre fortificada. Los enormes contrafuertes aumentan esa sensación de robustez.
La iglesia tiene una sola nave cubierta por bóvedas estrelladas. En el centro se encuentra la obra maestra de la iglesia: el sepulcro del arzobispo Alonso de Fonseca II, encargado a su muerte por su hijo, el también arzobispo (de Toledo y Santiago), Alonso de Fonseca III, al gran Diego de Siloé. Está realizado en mármol de Macael y es una destacada obra del Renacimiento español.
Su decoración con la representación de los Evangelistas, los medallones de la Anunciación y los leones alados constituye todo un ejercicio de simbología no sólo del aspecto espiritual del prelado sino también de su poder terrenal.
Según se avanza por la calle de las Úrsulas hacia el Campo de San Francisco, a mano derecha se encuentra la pequeña iglesia de la Vera Cruz. En ella, en un ambiente cuasi místico de penumbra velan día y noche la custodia expuesta en el altar las Esclavas del Santísimo Sacramento. Recuerdo lo que me impresionaba de pequeña entrar en esta capilla y ver a las monjas arrodilladas de frente al altar con sus velos blancos.
Desde el año 2017 el convento se ha quedado vacío al marcharse las hermanas, y la Cofradía de la Vera Cruz, propietaria del edificio desde que se levantó, se ha hecho cargo de su mantenimiento y de tenerlo abierto al culto y a las visitas turísticas. El retablo del altar mayor es obra de Joaquín de Churriguera y está realizado en un complicado estilo barroco, lleno de volutas y columnas doradas.
Merece la pena, pues, desviarse un poco de la ruta salmantina habitual y dedicar un rato a esta calle de las Úrsulas y a sus dos conventos. Además, se encuentra a muy pocos metros de la magnífica iglesia de la Purísima, una de las joyas del patrimonio salmantino.
Merece la pena, pues, desviarse un poco de la ruta salmantina habitual y dedicar un rato a esta calle de las Úrsulas y a sus dos conventos. Además, se encuentra a muy pocos metros de la magnífica iglesia de la Purísima, una de las joyas del patrimonio salmantino.
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