23/11/15

Londres en una semana (días 5, 6 y 7)


Con este post terminamos los dedicados a recordar qué hicimos en Londres durante la semana que pasamos en la capital británica en septiembre de 2015. El quinto día lo pasamos casi todo fuera de la ciudad, el sexto estuvimos haciendo alguna visita emblemática bajo la lluvia y el séptimo y último fue más bien una mañana dedicada a visitar un par de librerías.





Día 5, lunes: de palacios y musicales.

El lunes hicimos una visita fuera de Londres, aunque muy cerca: nos fuimos a visitar el imponente palacio de Hampton Court. Obra del cardenal Wolsey, todopoderoso ministro de Enrique VIII hasta que cayó en desgracia y el monarca lo desposeyó de éste, convirtiéndolo en paradigma de palacio Tudor.

El tren que va a Hampton Court lo tomamos en la estación de Liverpool (muy cerca de la London Eye) y, aunque también se puede llegar en bucólico barco por el Támesis, el trayecto así se alarga sobremanera, ya que son casi tres horas en cada dirección.

El magnífico palacio se sitúa muy cerca de la pequeña estación de tren de la localidad y una vez allí, tras cruzar un puente y unas rejas, se llega al recinto. Las entradas no son baratas pero dan opción a llevar audioguía detallada, a ponerse una capa "de época" y a asistir a diversas visitas guiadas por personas caracterizadas de los diferentes siglos en los que fue levantado el palacio.



Fachada Hampton Court
Fachada de Hampton Court.


La visita a Hampton Court se alarga bastante si la quieres disfrutar ya que primero se pasa a las estancias Tudor: gran sala, capilla, cocinas, corredores, etc. y luego al palacio barroco en el que intervino Christopher Wren; éste es más aburrido ya que es parecido a lo que estamos acostumbrados a visitar en otros recintos palaciegos, pero igualmente hay cosas interesantes.

El jardín del palacio es maravilloso y cuenta con un laberinto, parterres, fuentes y el río que pasa realmente cerca. Las cocinas de chocolate también harán las delicias de grandes y pequeños, que aprenderán con distintos hologramas cómo se cocinaba este manjar que se trajo de América y que tanto nos gusta.


Escaleras palacio barroco
Escaleras del palacio barroco de Hampton Court.

Regresamos a Londres en torno a las cinco de la tarde y nos dirigimos, una vez más, a la zona de Covent Garden ya que esa tarde noche íbamos a asistir a un espectáculo muy londinense: un musical. Habíamos comprado las entradas desde casa y por un módico precio íbamos a asistir a una representación de "Charlie y la fábrica de chocolate"

Se trata de una historia conocida por el libro de Roald Dahl y por las dos adaptaciones cinematográficas. Los peques de hoy en día, como Javier, conocen la versión de Tim Burton (colorista y onírica); yo aún recuerdo la de Gene Wilder en blanco y negro, aunque no la he vuelto a ver desde la primera vez, cuando tenía más o menos diez años.

La cosa es que nos gustó. El montaje es magnífico, los cantantes actores estupendos y la historia transcurre tal y como hemos podido imaginar, hayamos visto o no la versión de Burton (con la que guarda muchas semejanzas).

El musical acabó pasadas las diez de la noche y nos fuimos a cenar a "Homeslice", una pizzería algo "hipster" escondida en las callejas de Neal's Yard, o sea muy cerca de Covent Garden.

Ese día fue el que más trasnochamos y la verdad es que lo recuerdo intenso, lleno de visitas distintas y entretenidas.


Día 6, martes: visitamos la Torre de Londres y otros lugares del centro menos famosos.

No podíamos irnos de Londres sin visitar su Torre, de hecho era una de las visitas que más ilusión le hacían al peque y allá fuimos el penúltimo día. La entrada familiar no nos supuso demasiado ahorro (creo que apenas dos libras) pero, como ya he comentado en alguna ocasión, merece la pena hacer esta visita.

Las distintas estancias de la Torre estaban bastante llenas, pero salvo en las Joyas de la Corona no tuvimos que esperar demasiado. Se reparte la visita entre las distintas localizaciones históricas que abarcan diez siglos de historia, aproximadamente desde el décimo con Guillermo el Conquistador. 

Se suceden capillas, bastiones, salas de trono, museo de armas y armaduras, murallas, poternas, patios, alabarderos que guían las visitas y se hacen fotos con los turistas y hasta alguna instalación de arte contemporáneo, como los animales salvajes de alambre que pueblan la Torre en homenaje a los que estuvieron años encerrados aquí y formaban el  primigenio zoo de Londres.


Beefeaters
Beefeaters o alabarderos de la Torre.

El tiempo no acompañaba esa mañana gris, pero a pesar de todo hicimos la visita con tranquilidad hasta la hora de comer en que nos fuimos en metro hasta Temple. Allí vimos por fuera el edificio neogótico del Royal Court of Justice. 

Comimos en el restaurante que hay en el jardín de Lincoln Inn Field's y que está asociado al Museo Sir John Soane's. Como el mundo es un pañuelo, una camarera que nos atendió resultó ser de Albacete, ciudad en la que vivimos, y además con conocidos comunes. 

Tras la comida nos fuimos a visitar este curioso museo, donado por su creador y propietario (John Soane) al estado a cambio de su conservación tal y como lo dejó al morir. En su repleto interior da miedo chocarse o tirar algo a la manera de Mr. Bean y, por si acaso, las voluntarias te dan a la entrada una bolsa de plástico para que metas tu bolso y evites llevarlo colgado y llevarte por delante alguna obra de arte.

Frisos romanos, columnas, medallones, antigüedades griegas, pergaminos, bustos y cuadros de maestros como Hogarth o Turner se reparten a lo largo y ancho de esta mansión decimonónica en la que el tiempo parece detenido.

Como no podía ser menos, al estar al lado, paseamos por última vez hacia Covent Garden para disfrutar de su ambiente una vez más y proseguimos hacia Regent Street para hacer la correspondiente visita a la juguetería Hamley's. Cinco plantas repletas de juguetes que hicieron las delicias de nuestro peque a la vez que abrumaban sobremanera a una servidora con tanto color, ruido y demostraciones "en vivo". 


Con un Lego en Hamley´s
Con S.M. la Reina en Hamley's.

La última noche que pasamos en Londres cenamos cerca del hotel, esta vez en un coqueto restaurante italiano. Luego tocaba preparar las maletas, que volvían con algún kilo que otro de libros (entre guías de monumentos, curiosidades turísticas, cuentos infantiles y alguna cosa más).


Día 7, miércoles: breve escapada al centro para buscar un par de libros y no ver a la "Venus".


Nuestro último día en Londres fue más bien una mañana en la que solamente cogimos el metro para ir al centro a Trafalgar Square y comprar un libro que no habíamos encontrado antes e intentar visitar a la "Venus del espejo". Lo primero lo conseguimos, lo segundo, no.

Como el avión partía a las seis de la tarde y no queríamos agobiarnos, nos fuimos hacia el aeropuerto (en tren) bastante pronto para comer allí con tranquilidad y no acabar el viaje a la carrera. Stansted engaña, ya que es más grande de lo que parece en un principio y no conviene ir con el tiempo justo, aunque no tengas que facturar.



Metro Charing Cross
Camino al metro de Charing Cross con edificios y personajes. 

Así terminó nuestro viaje de una semana a Londres que estuvo repleto de arte, historia, música, tiendas, animación, atracciones y un sinfín de recuerdos que he ido desgranando aquí poco a poco para servir de ayuda a la hora de organizar una escapada similar.

Si quieres ver qué hicimos los otros días puedes leer:

Londres en una semana, días 1 y 2

Londres en una semana, días 3 y 4

Y si quieres comprobar cuánto dinero nos costó aquí va el presupuesto para una semana en Londres.

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