11/1/16

Monasterio de Valbuena

En la pequeña localidad de San Bernardo, muy cerca de Valbuena de Duero (Valladolid), se encuentra el Monasterio de Santa María de Valbuena. Es desde hace ya unos cuantos años la sede permanente de la Fundación Las Edades del Hombre y hemos tenido la ocasión de visitarlo en un par de días de relax que tuvimos a finales de diciembre de 2015.



Visitar el Monasterio de Valbuena en la provincia de Valladolid



Se accede a la visita desde la recepción del hotel que comparte espacio con el monasterio, pasando por una taquilla en la que te dan una completa audioguía y un mapa para no perder detalle. Ya la primera estancia, antigua cocina, empieza a mostrar al visitante la sencilla belleza del Monasterio.


Claustro Valbuena
Claustro del Monasterio de Valbuena una mañana de invierno.

Obra maestra del siglo XII, es sin duda alguna uno de los monasterios cistercienses mejor conservados de toda Europa y en el que se puede apreciar la impronta dejada a lo largo de los siglos por los diversos moradores.

La parte baja del claustro es buen ejemplo de la transición del románico al gótico en uno de sus cuatro lados, en el que las nervaduras de las bóvedas se van estilizando hacia un estilo más ligero que el que se puede ver en las partes más antiguas. Los capiteles de las columnas con motivos vegetales hacen en ocasiones alusión a las vides que trajeron los monjes del Císter desde Francia y que dieron lugar a lo que ahora son los afamados viñedos de la Ribera del Duero.

El segundo piso del claustro da un salto temporal hacia el Renacimiento con todo un programa iconográfico en el que aparecen medallones inspirados en tipologías establecidas aunque curiosas (como la calavera con ojos) o bien en personajes del momento. Quedan restos de pinturas manieristas al fresco (siglo XVI) en algunas de las bóvedas de la parte inferior del claustro con temática religiosa o mitológica.


Sala de Trabajo
Sala de Trabajos del Monasterio.


La Sala de Trabajos se muestra actualmente como sala de exposiciones y enseña al que la visita un lugar único por su distribución en dos naves marcadas por imponentes columnas de las que salen las nervaduras de las bóvedas.

La iglesia, dependencia impresionante por su tamaño y sobriedad, destaca para mi gusto por dos cuestiones: la pureza de las líneas arquitectónicas con su ausencia de decoración y la curiosísima Capilla de San Pedro. En este pequeño espacio, que hay que buscar con detenimiento entrando por una puerta pequeña a mano derecha del altar mayor, se descubrieron por azar unas pinturas murales bastante bien conservadas que llaman la atención por su ingenuidad de trazos y por su colorido infantil. Casi destruidas por querer abrir algún vano de más para iluminar la capilla, fueron providencialmente tapadas con yeso que conservó y protegió lo que quedaba de ellas hasta mediados del siglo XX. ¡Cosas del destino! 


Capilla de San Pedro
Capilla de San Pedro.


Batallas, reyes y alguna escena religiosa aparecen ante los ojos asombrados de los visitantes actuales dando buena cuenta de que no era un arte tan serio como podría parecer el medieval.

El retablo del altar mayor de la iglesia, con todos los elementos del Barroco, y otros de las capillas laterales rompen la pureza de líneas y nos llevan de viaje a siglos posteriores en los que imagineros tan importantes como Gregorio Fernández participaron en el enriquecimiento artístico del Monasterio de Valbuena.


Frescos medievales
Frescos de batallas medievales.


La Ribera del Duero no existiría sin este monasterio y otros cercanos (como el de Abadía Retuerta en Sardón de Duero, muy cerca de Valbuena). Los monjes del Císter trajeron de Francia no sólo la uva mágica con la que elaborar vinos, sino también una nueva forma de religiosidad monacal, más austera y centrada en la práctica religiosa. Roberto de Molesmes devolvió a la orden de San Benito su pureza inicial, exaltando el trabajo manual en el campo y la sencillez de los ritos religiosos. Buena prueba de esto es Santa María de Valbuena. 


Reflejos del Monasterio de Valbuena
Reflejos del Monasterio.

Si además os podéis quedar en el Hotel Castilla Termal que ahora comparte estancias con el Monasterio, el goce del alma y del cuerpo será completo. Pero eso ya es otra historia, digo... otro post.

6 comentarios :

  1. Hola guapa, ¡qué chulo! No sabía que estaba en Valladolid. La verdad, es que había oído hablar, pero no lo ubicaba. Pues igual una escapadita tengo que hacer, está al lado del pueblo de mis abuelos, así que es factible. Saludos

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    1. Pues nada, Miryam, no tienes excusa para no ir. Te encantará, estoy segura.

      Saludos, Cristina.

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  2. Qué bonito! Una visita muy chula para cuando vaya por la zona! Lo del hotel suena muuuy bien!! Jeje

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    1. Claro, el tándem monasterio-hotel con spa es perfecto para enriquecer alma y cuerpo.

      Un saludo.

      Cristina.

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  3. ¡Qué bueno! A parte de ser un lugar muy bonito tiene pinta de ser un sitio para volver relajado :)

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    1. El hotel es el complemento ideal. Ya os contaré largo y tendido. El monasterio es una maravilla.

      Un saludo.

      Cristina.

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