22/4/24

Ruta por Bretaña en tren

La pasada Semana Santa realicé junto con una amiga una ruta por Bretaña en tren. Y sí, es posible organizar una escapada a esta bella región francesa utilizando solamente transporte público. Hoy os traigo toda la información necesaria para llevarla a cabo. 


                           Bretaña en tren y otros transportes públicos


Día 1. Viaje a Nantes.

La bonita ciudad natal de Julio Verne fue nuestro punto de ida y vuelta en avión, desde Madrid. El vuelo lo hicimos con la compañía Iberia, Air Nostrum, y duró poco más de hora y media en cada recorrido. 


Ruta por Bretaña en tren Nantes


Nada más llegar al aeropuerto cogimos el autobús que te acerca hasta el centro en tres paradas muy útiles: la estación de tren, la torre Lu y el Hotel Dieu. Nosotras nos bajamos en la segunda para tener poco camino que recorrer hasta nuestro hotel. 

Esa tarde la dedicamos a dar un paseo al atardecer por Nantes, ciudad que me recordó en su elegancia barroca a Burdeos, aunque no sea tan monumental como esta.


Día 2. Recorriendo Nantes sin prisa pero sin pausa.


Nuestro hotel, el Okko Hotel Nantes, tenía la gran ventaja de su situación, a pocos metros del Castillo de los Duques de Bretaña, así que el primer día empezamos nuestro recorrido por él. Lo más interesante de la visita es el Museo de Historia de la ciudad de Nantes que ocupa las dependencias del Castillo y que vas visitando planta a planta. También es muy recomendable el recorrido por las murallas que bordean el Castillo y que permiten tener una vista diferente de la ciudad de Nantes. 


Ruta por Bretaña en tren Nantes


Otras paradas que hicimos durante la mañana en el centro de Nantes fueron el maravilloso Pasaje Pommeraye, precedente de tantos pasajes comerciales modernistas, y las plazas del centro de la ciudad. Era domingo y por tanto las calles no tenían demasiada vida para lo que cabía esperar. A cambio, pudimos disfrutarlas con bastante tranquilidad. 


Ruta por Bretaña en tren


El Cours Cambronne fue sin duda el espacio urbano más bonito y singular de todos los que pudimos visitar. Se trata de una calle a medio camino de plaza semi-privada (cierra por la noche) y jardín elegante dieciochesco. Sin duda, una verdadera delicia.

No podíamos irnos de la ciudad sin visitar las famosas Máquinas de la Isla, una especie de parque de atracciones singular que ocupa parte de la isla central del Loira.


Ruta por Bretaña en tren


Allí pasamos buena parte de la tarde entre atracciones zoomórficas con regusto al imaginario de Julio Verne. Vimos al elefante famoso que recorre el parque; subimos al tiovivo de los Fondos Marinos y pasamos el rato en la Galería de las Máquinas. Una visita recomendable por lo original.


Día 3. Un museo en Nantes y viaje en tren hasta Rennes.


Nuestro tercer día empezó con una visita al bonito Museo de Bellas Artes de Nantes. Se trata de un espacio expositivo no muy grande pero repleto de obras interesantes y que además están muy bien dispuestas. Hicimos bien en esperar hasta las 11 de la mañana para poder entrar. Después, volvimos al hotel y recogimos las maletas para encaminarnos a la estación. 

Esta se encuentra a apenas quince minutos andando del que fue nuestro hotel así que todo perfecto. Sabíamos que había muchos trenes hasta Rennes a lo largo del día, así que una vez en la estación sólo quedaba comprarlos en alguna de las máquinas. El precio fue de aproximadamente 16€ por persona en un tren regional que iba parando con frecuencia.

No teníamos prisa y el recorrido tranquilo nos permitía ver el precioso paisaje bretón, leer e incluso dormir de vez en cuando. Ventajas indudables de viajar en tren. 


Ruta por Bretaña en tren


La tarde de esa jornada la dedicamos a pasear por el centro de Rennes. Es una capital elegante, con zonas antiguas en las que destacan las casas de entramado de madera. Merece la pena pasearla con tranquilidad; además es un buen lugar como base de recorridos por Bretaña. La localización de nuestro hotel, el hotel Balthazar, hizo que fuera de lo más cómodo salir a pasear en pleno centro. Además, contaba con un spa pequeño pero completo que disfrutamos cada noche. 


Día 4. Fougères y su castillo.

En la planta baja de la modernísima estación de tren de Rennes se encuentra la estación de autobuses. La primera vez cuesta encontrarla entre tantas indicaciones. Una vez que lo haces, ya será más fácil la siguiente ocasión. 

Así hicimos nosotras en nuestro cuarto día en la Bretaña; tomamos un autobús de línea muy frecuente desde la estación de autobuses (Gare Routiere) para llegar en una hora escasa a Fougères

Ruta por Bretaña en tren


El autobús regular va parando en innumerables pueblos donde recoge a gente que va a la compra, estudiantes etc. Una población dispersa entre campos de cultivos verdes que recuerdan mucho a nuestro norte. 

Ese día fue el más lluvioso de todos los que estuvimos en Bretaña. De hecho, no paró de llover toda la mañana que pasamos en Fougères, menos mal que íbamos con el enorme paraguas que habíamos cogido en el hotel de Rennes. Sin duda fue algo incómodo visitar este singular enclave bajo la lluvia, pero por otro lado, fue de lo más bretón.

En Fougères se encuentra la mayor fortaleza de toda Europa. Durante siglos fue un enclave decisivo a la hora de defender las fronteras de Bretaña y se fue construyendo a lo largo de los años entre los siglos XII y XV. Hoy en día cuenta con el interés de subir a las torres y almenas, asomarse a las saeteras y admirar el paisaje con el pueblo allá en lo alto. 

Tras visitar el castillo y alguna iglesia, así como el recorrido ajardinado desde lo alto del pueblo hasta la fortaleza, volvimos a Rennes. Allí pasamos la tarde, con menos lluvia, visitando su Museo de Bellas Artes (gratuito); es quizás menos interesante que el de Nantes pero merece la pena y está situado en pleno centro. 


Día 5. La visita estrella del Mont Saint-Michel.

Una de las visitas que más ganas teníamos de hacer fue sin duda la del Mont Saint-Michel. Estrictamente se encuentra en la bahía del mismo nombre y en territorio normando. Sin embargo, por la proximidad, es habitual llevar  a cabo esta visita desde Rennes o desde Saint-Malo. Viendo las fechas de los autobuses que durante todo el año van hasta allí, no nos quedó otra opción que hacerla desde Rennes.

Sin duda, merece mucho la pena llegar hasta allí fuera de temporada y habiendo posibilidades de transporte público, mejor que mejor. Se trata del segundo lugar más visitado de Francia, que además está en un montículo relativamente pequeño y que estaba lleno de visitantes en un lluvioso día de marzo.


Ruta por Bretaña en tren




No quiero imaginar cómo será visitarlo en verano, debe estar hasta arriba de gente formando una cola enorme en la calle principal que sube a la abadía. Me recordó, sin duda, a la visita que hicimos hace varios años durante un día en Carcassonne.

 Llevar la visita organizada al Mont Saint-Michel es algo imprescindible tanto en cuestión de transporte como de la propia entrada a la abadía. Porque sí, hay que entrar en ese lugar sorprendente y excavado en la roca que ha ido creciendo con los siglos de construcción. Hay que asomarse a sus espacios, sentir lo que debía ser vivir desconectado de tierra firme cada vez que subía la marea y notar el frío de esos interiores de piedra y humedad.

Pudimos ver este lugar único bajo la lluvia y el viento, con nubes entreveradas y, por fin, con un sol radiante. Cosas del clima bretón, tan cambiante en pocas horas. 


Ruta por Bretaña en tren



Día 6. Rennes por la mañana y viaje hasta Saint-Malo.


Nuestra última mañana en Rennes insistía en que disfrutáramos de una lluvia enloquecida en la que no servían para nada los paraguas. Entre otras cosas estuvimos en el centro cultural denominado los Champs Libres que aúna biblioteca y diversos museos. Nosotras visitamos el Museo Bretón. Después hicimos una breve ruta por el centro en pos de los curiosos mosaicos modernistas de los hermanos Odorico. Ellos llevaron a esta zona de Francia la tradición musivaria aprendida en su tierra natal italiana. Ahora no quedan demasiados mosaicos pero buscar en las fachadas del centro de Rennes fue interesante. 

Después, cogimos un tren para llegar en una hora escasa a la ciudad marítima y corsaria de Saint-Malo. Nuestro hotel estaba situado junto a la enorme playa de Sillon y contaba con instalaciones de talasoterapia. Estos tratamientos de hidrología marina son muy apreciados en Francia y la parte del hotel destinados a ellos estaba llena de gente en albornoces blancos. 

El resto del día lo pasamos recorriendo las instalaciones del hotel y en la piscina climatizada; nos merecíamos un descanso tras tanto trasiego.


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Día 7. Visita a la ciudad corsaria.


Esta no es otra que Saint-Malo. Se trata de una ciudad pequeña, con un casco histórico increíble. El recorrido bordeando la playa, junto a chalets de principios del XX es de lo más agradable. Una vez allí, no queda otra que visitarla desde lo alto primero, para hacerte una idea de cómo es.

Puedes subir a las murallas desde cualquiera de sus puertas y disfrutar con los distintos puntos de referencia y sus historias de conquistas, corsarios y mercaderías. 


Ruta por Bretaña en tren


Tras visitarla desde las murallas hay que callejear por sus innumerables vías de adoquines, curiosear en sus tiendas y asomarse a la catedral. Eso sí, la visita a la Maison du Dragon, previsiblemente interesante, no merece la pena a menos que habléis un francés perfecto. No dan ninguna información en inglés u otros idiomas y se hace aburrida y cara para lo que ofrecen. 

Es una delicia sentarse en algún café y simplemente observar a la gente que va y viene. ¡Cómo no!, la jornada termina estupendamente tras un baño en nuestra piscina y un buen rato de lectura en la galería del hotel destinada a contemplar el oceáno. Un verdadero lujo. 




Ruta por Bretaña en tren


Día 8. Regreso a Nantes y vuelo a España.

Nuestro tren salía rumbo a Nantes a eso de las 11 de la mañana. Teníamos que hacer cambio en  Rennes y después y en poco más de 3 horas estaríamos en el aeropuerto para tomar el avión de vuelta a Madrid. Todo depende al organizarlo de si los trenes son regionales o TER; los primeros paran mucho y conviene calcular el tiempo que tenemos para no perder el avión de vuelta. A nosotras nos salió muy bien, de hecho nos sobró tiempo en el aeropuerto de Nantes que es algo aburrido por su pequeño tamaño.

Un día relajado de viaje de vuelta tras una ruta por Bretaña en tren recorriendo ciudades y admirando paisajes muy diversos. 




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