29/10/15

Lugares para desayunar y no querer levantarse de la mesa (II)


Terminamos octubre con un post para relajarnos, para vivir bien y disfrutar; para hacer la primera comida del día tranquilamente. Vamos, para desayunar y no querer levantarnos de la mesa. 

Hace más de un año escribí la primera parte con unos cuantos alojamientos en los que aparte de dormir y descansar, el desayuno fue memorable por la calidad y sobre todo por el entorno. 

Hoy, en este post disfrutón, doy rienda suelta a los recuerdos para no levantarme de la mesa, de aquellas mesas en aquellos magníficos lugares.


1. Hasta el infinito y más allá en la Pousada de Estoi en Faro (Portugal).

A pesar del calor del verano salimos a desayunar a la terraza alguna de las mañanas que pasamos allí, fundamentalmente para disfrutar del paisaje, de la magnífica vista que en días claros te llevaba al mar pasando por campos de cultivo y por la ciudad de Faro, allá a lo lejos. Un placer para la vista además de para el estómago con un desayuno cuidado en el que algunas cosas volaban (como los pastéis de Belem).


Vista desde la Pousada de Estoi
Jardines, campo, pueblos, ciudad y mar al fondo. ¡Vaya vista desde Estoi!



2. Siguiendo las huellas de Teresa en el Parador de Ávila.

No es poca cosa desayunar mientras se contempla parte de la muralla de Ávila. No es poca cosa saber que donde tú estás desayunando ha jugado de pequeña Santa Teresa. No es poca cosa saborear el estupendo desayuno del Parador mientras tus ojos descansan puestos en el jardín que llega hasta la muralla atravesando las distintas obras arqueológicas que alberga: sarcófagos, toros de la cultura ibera, etc. Si siempre cuesta ponerse en marcha por la mañana, aquí un poco más.


Jardín del Parador de Ávila
Jardines de granito, vegetación, antigüedades y muralla. Todo esto como compañía para un desayuno en Ávila.



3. Con el Puente de las Cadenas al alcance de la mano en el Four Seasons Gresham Palace de Budapest.

Uno de los mejores desayunos de hotel que he tomado nunca, y encima viendo el Puente de las Cadenas tan cerca y al fondo Buda, es el de este magnífico hotel. En un ambiente refinado de estilo art-decó gozábamos de una primera comida del día de altísima calidad en la que nos reponían constantemente el zumo de naranja (natural), tanto que salí con acidez más de una mañana, y disfrutábamos de la charla y de la vista. ¡Así cualquiera inicia bien el día!



Puente de las Cadenas en Budapest
El Puente de las Cadenas, símbolo de Budapest, a unos pocos metros del desayuno del Four Seasons.


4. En los verdes prados de Cantabria desde el Palación de Toñanes.

Ha pasado tiempo desde que tomamos esos desayunos caseros y opíparos en el Palación. Sin embargo no los olvido, porque el sencillo placer de las tostadas recién hechas, el zumo natural, los sobaos y las quesadas, añadido a la vista de la casona y el prado verde que la rodea, hace que lo recuerde con gusto, tanto por las sensaciones de descanso tranquilo como por la belleza del lugar.


Palación de Toñanes en el desayuno
Placidez, verdor y nada de prisa en Toñanes y su casona.



5. Con el agua a los pies en el Musciara Siracusa Resort en Siracusa.

En nuestro recorrido por Sicilia pudimos alojarnos en este bonito lugar con vistas a la isla de Ortigia (centro histórico barroco de Siracusa) y con el mar chocando contra el pequeño muelle que rodea el hotel. Un lugar realmente único para disfrutar del paisaje, además de la cercanía del mar que casi te salpica mientras desayunas. ¡Qué gusto!


Vista de Ortigia desde el Musciara Siracusa Resort
Día nublado en Siracusa, junto al mar mientras uno desayuna. Luego despejó.


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